domingo, 2 de febrero de 2014

No estés ansioso por nada

Todas sabemos cuáles son los síntomas de la ansiedad: hormigueos en el estómago antes de la primera cita, la tensión que se siente cuando el jefe está enfadado, la forma en que el corazón late si se está en peligro... Y la ansiedad nos incita a actuar, nos anima a enfrentarnos a una situación amenazadora, nos hace estudiar más para un examen o nos mantiene alerta cuando estamos dando un discurso... En general, ayuda a enfrentarse a las situaciones. 
iStock_000012058675XSmallPero si usted sufre de trastorno de ansiedad, esta emoción, normalmente útil, puede derivar en un resultado adverso: Evita que se enfrente a una situación y trastorna su vida diaria. Los trastornos de ansiedad no son sólo un caso de nervios; son enfermedades muy relacionadas con la estructura biológica y las experiencias en la vida de un individuo, y con frecuencia son hereditarias.
Hay varios tipos de trastornos de ansiedad, cada uno con sus características propias.
Un trastorno de ansiedad puede hacer que la persona se sienta ansiosa casi todo el tiempo, sin causa aparente. Y la sensación de ansiedad puede ser tan incómoda, que para evitarla es probable que usted hasta suspenda algunas de sus actividades diarias. La persona puede tener ataques ocasionales de ansiedad tan intensos, que le aterrorizan e inmovilizan.
En el National Institute of Mental Health, la agencia federal que apoya la investigación relacionada con trastornos mentales, salud mental y cerebro, los científicos están aprendiendo cada vez más sobre la naturaleza de los trastornos de ansiedad, sus causas y cómo mitigarlos.
Normalmente, tanto el miedo como la ansiedad son útiles porque nos permiten evitar situaciones peligrosas, nos ponen en alerta frente a las mismas y nos suministran motivación para afrontar los problemas. Sin embargo, si estos sentimientos se vuelven demasiado intensos o duraderos, pueden interferir en nuestra capacidad para hacer las actividades que queremos y hacernos sentir desdichados e infelices. Hablar sobre los problemas puede ayudar cuando la ansiedad surge motivada por algún conflicto reciente, como puede ser la pérdida del empleo, el tener un hijo enfermo o el abandono de la pareja ¿Con quién hablar? Lo recomendable sería intentar hacerlo con amigos o familiares en los que se confíe, cuyas opiniones se respeten, y también que sepan escuchar. Ellos pueden haber pasado por las mismas dificultades, o conocer a alguien que las haya tenido. Si hablamos, es probable que nos demos cuenta que otras personas han afrontado una situación similar. Los grupos de autoayuda también son una buena forma de entrar en contacto con personas que han tenido problemas similares. Ellos serán capaces de comprender lo que nos está pasando y nos podrán sugerir alguna forma de superar la situación.
Pero no olvide que la vida sólo es una. Si no se cuida del estrés y la ansiedad puede hacer que éstas se conviertan en un serio problema. Procure vivir con mayores niveles de control y disfrute todo aquello que le permita rebajar sus niveles de ansiedad; evitará probemas de salud y obtendrá más paz espiritual.
Dios en su palabra nos invita a reflexionar y actuar en ella, y nos dice:
Filipenses 4:6-7
6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

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