miércoles, 19 de febrero de 2014

Mejor cada día

Hay cosas que van mejorando con el transcurrir de los años, y al igual que esas cosas, yo quiero ser mejor cada día que pasa. Más amorosa, pacífica y comprensiva. Más inteligente, sabia y equilibrada. Más fuerte ante las pruebas y menos débil ante el fracaso.
Dicen que el paso del tiempo nos va deteriorando, de acuerdo, pero yo deseo, al mismo tiempo de envejecer, ir adquiriendo madurez y experiencia. Arrugas, pero más sonrisas; más tolerancia y menos incomprensión.
Más de Dios en mi vida y menos de mí mismo. Más voluntad para emprender grandes proyectos y afrontar grandes retos. Más gente con la cual compartir y poder amar. Más servicio y menos egoísmo.
¡Más, más y más de todo lo bueno! Más gozo, alegría, entusiasmo y paz.
Yo deseo poder romper la barrera limitadora y llegar más allá de la frontera de mis sueños. Más crecimiento espiritual para que mi vida sea colmada sólo de lo que bendice, de lo que es agradable, de lo que purifica y me hace ser mejor conmigo mismo y también con los demás.
No es perfección lo que busco, sino sencillez, humildad, virtudes que me llevan a querer ser mejor no sólo pensando en mi bienestar y centrándome en un egoísmo sin sentido. Más bien es contribuir y hacer un esfuerzo para que el mundo sea mejor.

Es entonces cuando reconozco que sólo cuando Dios toma el control de mi vida, su amor me impulsa a querer ser mejor y trabajar para lograrlo.


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