Los canales de televisión están llenos de reality shows que se enfocan fundamentalmente en los chismes, y a nadie parece molestarle, y los periódicos tienen su área más leída bajo el nombre de “espectáculos”.
Una vez escuché una expresión que hizo que todos pararan sus oídos e hizo que el orador prestara la máxima atención a los que estaban ahí ese día. En medio de sus anuncios dijo: “Les voy a contar un chisme santo…”
Todos se sintieron bien porque a la frase le agregó la palabra santo, lo cual hacía que se sintieran con total libertad para chismear, opinar, y disfrutar de toda la información. Si embargo, cuando llega un chisme, la mayoría de los seres humanos sentimos algo en el estómago, como si fuéramos a escuchar algo divertido.
También hay personas que dan rienda suelta a esa sensación; son los portadores del chisme; como si fuera un virus, se expande más allá de su veracidad. Dicen “Sólo te lo digo para que ores por él o ella”, cuando la verdad sería que si fuera para que orásemos, sería en un espacio privado, o simplemente con su grupo de oración. No hace falta dar detalles, ni echar a andar la crítica y la murmuración.
Como puedes ver, el chisme y la murmuración es algo que, según la Biblia, no debemos ser parte de ellos. Cuando estés en una conversación donde lo único que hagan sea hablar de otros (“bien” o mal, sea verdad o no), sólo tómalo como un aviso y retírate.
Y si eres portador del mismo, recuerda que lo que quedó en el pasado se puede cambiar, pero debes tomar esa decisión ya.
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