sábado, 22 de febrero de 2014

Al Final De Mi Cadena - Crecimiento personal-espiritual

Nosotros somos descendientes de Abraham —le contestaron—, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir que seremos liberados?
Juan 8.33
En una ocasión viajé a otro país para dar un seminario en un fin de semana. Cuando llegué a la casa en donde estaría, vi que en su frontal la propiedad estaba bordeada de hermosos árboles gigantes y viejos. Y encadenados a cada árbol, había unos "perros policía".
Algunos de los perros se quedaron en su lugar ladrando, sabiendo que por sus cadenas no podían ir muy lejos. Sin embargo, uno de los perros hacía algo diferente.
Cuando veía a un pájaro o un coche pasar, salía corriendo tras él. Y cada vez, cuando estaba a punto de llegar a su meta, la cadena le jalaba sacudiendo al perro con el tirón. Era como si el perro no supiera que estaba encadenado a un inmenso árbol, totalmente inmovilizado.
Muchos de nosotros vivimos la vida como ese perro. Si le preguntases a una persona que vive de esa manera, si está viviendo en libertad, probablemente te respondería que sí. Probablemente te diría, “Mira al país en el que vivo, mira a mis padres o a mi vecindario, mira mi trabajo, mi casa y mis cosas. No soy esclavo, soy tan libre como es posible. Mira la iglesia a la que asisto, soy cristiano.
Este tipo de gente se mete de lleno en la iglesia, rápidamente. Les encanta estar involucrados, estar activos y haciendo muchas cosas. Pero luego, cuando parece que están a punto de hacer algo increíble, son detenidos y jalados con una sacudida. Son contenidos y están encadenados. Alguna gente piensa que es por el amor al dinero, sus pertenencias, su estilo de vida y la comodidad. Para otros es el mismo pecado actuando en sus vidas. Son así.
En el versículo mencionado la gente estaba respondiendo a Jesús, cuando Él les dijo cómo ser libres. Les dijo que si creían en la verdad que Él les estaba enseñando, entonces serían libres. “¿Ser liberados?”, preguntaron. “Ya somos libres”
Dale un vistazo a tu vida. ¿Cuán libre eres realmente? ¿Si Dios te pidiese que te mudaras a otro país, que vendieras todas tus pertenencias, que cambiaras de trabajo o que terminaras una relación, lo harías?
Si cuando lees la Biblia y llegas a un pasaje en donde se resalta algo que necesita ser cambiado en tu propia vida, ¿lo cambiarías sin importar por qué?... 
Fuiste hecho para vivir libre, para vivir libre en Jesús. ¿Estas viviendo libre, o estás viviendo al final de una corta cadena?


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