miércoles, 5 de febrero de 2014

A mi hijo ya crecido

Mis manos estaban ocupadas por el día;
no tuve bastante tiempo para jugar a
los pequeños juegos que me pediste…
no tuve bastante tiempo para ti.
Lavaba tu ropa, cosía y cocinaba;
pero cuando me traías un libro de dibujos
y me pedías que por favor compartiera tu disfrute,
yo decía: Un poco más tarde, hijo.
Por la noche te metía en la cama muy asegurado,
oía tus oraciones, apagaba la luz.
Luego, de puntillas, caminaba con suavidad hasta la puerta…
me hubiera gustado permanecer un minuto más.
La vida es corta, los años pasan de prisa…
un niño pequeño crece muy rápido.
Cuando
te das cuenta ya no está a tu lado,
sus preciosos secretos ya no tiene a quién confiar.
Los libros de dibujos... guardados;
ya no hay juegos que jugar.
No más besos de buenas noches, ni oraciones que escuchar,
todo eso es parte del ayer.
Mis manos, ocupadas una vez, ahora están quietas.
Los días son largos y difíciles de llenar.
Yo quisiera poder regresar y hacer
las pequeñas cosas que me pediste que hiciera.
Mateo 19:14
Mas Jesús les dijo: “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos”.


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