(1) Después de ser expulsado de la ciudad, apedreado y dejado por muerto, Pablo habló de que fue llevado al tercer cielo, donde experimentó cosas demasiado maravillosas para explicar en la Tierra (ver 2 Corintios 12:2-4). De hecho, la experiencia fue tan profunda, que no sabía decir si le había pasado en el cuerpo o fuera del cuerpo.
(2) Cuando Juan fue exiliado a una colonia penal en la isla de Patmos, encadenaron su cuerpo, pero no pudieron encarcelar su espíritu. Abandonado y desterrado, escribió estas palabras: “Estando yo en el Espíritu en el día del Señor oí detrás de mí una gran voz, como de trompeta…” (Apocalipsis 1:10). Como resultado de esto, escribió el libro de Apocalipsis.
David dijo: “…en el día del mal… levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean… cantaré y entonaré alabanzas al Señor” (Salmo 27:5b,6).
Así es como se gloría en la tribulación, y al mirar hacia atrás se es capaz de decir: “Gracias por la experiencia. Sin ella nunca hubiera llegado a conocer a Dios como le conozco hoy”. De hecho, ¡una vez que empieces a ver las cosas de esta forma, puede que hasta tengas la tentación de llamar por teléfono a tus enemigos, para darles las gracias por cómo te trataron!
Así es como se gloría en la tribulación, y al mirar hacia atrás se es capaz de decir: “Gracias por la experiencia. Sin ella nunca hubiera llegado a conocer a Dios como le conozco hoy”. De hecho, ¡una vez que empieces a ver las cosas de esta forma, puede que hasta tengas la tentación de llamar por teléfono a tus enemigos, para darles las gracias por cómo te trataron!
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