Aquel hombre se acomodó y comenzó a hablarles diciendo:
-“Durante mi vida sostuve muchos altercados y luchas con Satanás. Ese león rugiente me ha atacado de una manera furiosa y ha usado toda su habilidad para tratar de que yo desista en la idea de predicar el evangelio. Hubo un tiempo en el que logró que me sintiera un poco desalentado por las constantes luchas, pero con la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios, ninguna de sus artimañas pudo prevalecer”.
Tras una pequeña pausa, aquel hombre continuó hablando: -“Luego el enemigo trató de atacarme de otra manera; pacientemente esperó que yo mismo encontrara placer en la rutina. Llegó un momento en el que la monotonía comenzó a invadir mi vida, mi familia y el ministerio. En ese momento sentí que todo lo que hacía había perdido sentido, tenía ganas de dejarlo todo,... y por poco Satanás gana la batalla. Pero Dios se encargó de darme nuevos retos, y cada uno requería de todo mi esfuerzo mental, físico y espiritual; de esa manera no caí en la rutina. Los benditos problemas me salvaron”.
Al igual que el pastor de la historia, llega un momento en el que muchas personas dejan entrar a la rutina en su vida porque suele brindar comodidad; da la impresión de que tiene el control de cualquier situación y da la tranquilidad de lo predecible, pero todo a un precio demasiado alto. Al cabo de un tiempo se suele perder el interés por todo, la motivación, el objetivo y hasta las ganas de continuar.
La rutina puede ser demasiado costosa cuando una persona permite que tome el control de su vida. Muchos personas encuentran realmente comodidad al practicarla, sobre todo en su vida espiritual. El tiempo de la oración y la lectura de la Biblia llegan a convertirse, debido a la monotonía, en una vana repetición de palabras sin sentido. Es un sin sentido y a la vez, una peligrosa forma de vivir la vida cristiana, cuando lo cierto es que Dios siempre tiene cosas nuevas para quienes le buscan; siempre existen nuevos retos y nuevas alturas para todos sus hijos.
Quizá caíste en la rutina y no encuentras el ánimo suficiente para continuar porque descuidaste por completo tu vida espiritual. Tal vez sea el momento de buscar nuevos retos y salir de la comodidad, o quizás han llegado algunos problemas que quebraron tu norma espiritual diaria y te fuerzan a asumir nuevos retos. Cualquiera que sea la situación, demos gracias por los benditos problemas que nos ayudan a salir de la vida rutinaria, recordándonos que todas las cosas ayudan a bien a quienes aman a Dios.
Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
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