Un pastor de ovejas se dedica a cuidar de ellas, a conducirlas por lugares donde hallen pastizales, y las protege también de las fieras. Su trabajo es fundamentalmente estar pendiente de ellas.
Un agricultor en cambio, emplea su fuerza para preparar el terreno, cultivar y cosechar. Sin duda es una tarea que requiere más esfuerzo, especialmente cuando no se cuenta con la maquinaria agrícola apropiada.
Ambas labores requieren sacrificios pero también obtienen buenos frutos.
Caín y Abel, tuvieron las mismas oportunidades; aunque se dedicaron a diferentes tareas, seguro que trabajaron con esmero y obtuvieron su propia cosecha.
Ambos contaban con buenos frutos de su trabajo para ofrecérselos a Dios, sin embargo algo faltó en uno de ellos. ¿De qué carecía la ofrenda de Caín para que a Dios no le agradará? Dice la Biblia que Caín trajo del fruto de la tierra, pero Abel tomó de la primogenitura de sus ovejas, de lo más gordo. Abel escogió lo mejor de su rebaño para Dios.
No importó quién empleó más fuerza en su trabajo, sino quién supo dar a Dios lo mejor de lo que obtuvo.
Cada persona tiene la capacidad de realizar cosas buenas, y qué mejor cuando esto se lo dedica a Dios con un corazón agradecido y con entendimiento.
Puedes hacer muchas cosas por agradar a Dios o a tu prójimo, pero de nada te servirá si esto no lo haces de corazón. Hoy puedes dar lo mejor de ti en tu hogar, a tu cónyuge, a tus hijos, en tu trabajo, pero no lo hagas por cumplir solamente, porque Dios conoce tu corazón.
Hay personas que sienten que no tienen nada para dar, que se subestiman, sin embargo, tu vida tiene mucho valor. Dios te ha dado dones y talentos para que puedas usarlos y poner al servicio de Dios y de los demás,
Recuerda que si algo tienes y si algo eres, es por Él.
“Tú eres digno, oh Señor nuestro Dios, de recibir gloria y honor y poder. Pues tú creaste todas las cosas, y existen porque tú las creaste según tu voluntad” Apocalipsis 4:11 NTV
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