Cuando una persona pone su fe en Jesucristo para salvación, todos sus pecados le son perdonados. Eso incluye el pasado, presente, y futuro, - grandes y pequeños. Jesús murió para pagar el castigo por todos nuestros pecados, y una vez que éstos son perdonados son perdonados para siempre, (Colosenses 1:14; Hechos 10:43).
Todos somos culpables de pecar (Romanos 3:23) y merecemos el castigo eterno (Romanos 6:23). Pero Jesús murió por nosotros para pagar nuestro castigo (Romanos 5:8), y cualquiera que cree en Jesucristo para salvación es perdonado, no importando los pecados que haya cometido (Juan 3:16). Ahora bien, es muy probable que un asesino o adúltero deba soportar otras graves consecuencias (legales, personales, etc.) derivadas de sus malas acciones, muchas más que alguien que fue “sólo” un mentiroso. Aún así, los pecados de un asesino o un adúltero son total y permanentemente perdonados en el momento en que él o ella cree y pone su fe en Cristo.
No es lo grande del pecado lo que está determinando el factor aquí; es lo grande del sacrificio de redención de Jesucristo. Si la sangre derramada del Cordero de Dios sin mancha es suficiente para cubrir todos los pecados, de todos los millones de personas que han creído en Él, no puede haber ningún límite para el tamaño o tipo de pecados que cubra. Cuando Él dijo “Consumado es,” se le puso fin al pecado. Por la expiación y satisfacción que fue ofrecida por Él, se obtuvo el perdón total, se hizo la paz, y se logró la redención de todos los pecados. La salvación es segura, cierta y completa; no se necesita más, nada se podría necesitar o añadir a ella. Además, la obra salvadora de Cristo fue hecha completamente sin la ayuda del hombre y no puede ser deshecha.
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