viernes, 24 de enero de 2014

El Señor concede grandes victorias a su rey - Salmos 18 (La Palabra) (España)

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1ra. a los Tesalonicenses 5.18

Recientemente ha finalizado una cruenta batalla, un serio proceso en el que estaba inmerso. Gracias a Dios que el mismo tuvo un final feliz, y Le di las gracias abundantemente por ello. Pero anteriormente no sólo oraba para eso, Le daba también las gracias porque del mismo proceso aprendía, y era así Su voluntad. Y además, tenía la completa certeza del buen fin que esperaba, la plena convicción de que todo iba a acabar bien. Tenía una completa fe en ello, y así fue.
Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 
Por eso y por mucho más estaba plenamente confiado, porque Dios no abandona nunca a sus hijos, nunca lo hace con los que le aman, defienden y creen en Él. 

Esta mañana leía Su Palabra y topé con el Salmo 18. Quiero que este salmo vaya dirigido fundamentalmente a todos aquellos que actualmente, están inmersos en batallas materiales o espirituales, en la confianza, en la seguridad de que, como hijos de Dios, pueden gozarse en el maravilloso descansar, en la plena confianza de que Dios está de su lado y siempre les protegerá.
¿Miedo? ¿Temor? Nada de nada. Dios es mi escudo, mi fortaleza, no temeré porque Él está conmigo.

El Señor concede grandes victorias a su rey

Al maestro del coro. De David, siervo del Señor, que dirigió al Señor las palabras de este cántico el día que el Señor lo salvó de todos sus enemigos y de Saúl. Dijo:

Te quiero, Señor, eres mi fuerza.
El Señor es mi bastión, mi baluarte, el que me salva;

mi Dios es la fortaleza en que me resguardo;

es mi escudo, mi refugio y mi defensa.

Yo invoco al Señor, digno de alabanza,

y quedo a salvo de mis enemigos.

Me rodeaban las cadenas de la muerte,
me aterraban torrentes devastadores,
me envolvían las redes del abismo,
me acosaban trampas mortales.
En mi angustia invoqué al Señor,
a mi Dios le pedí ayuda.
Desde su santuario escuchó mi grito,
a sus oídos llegó mi clamor.
La tierra tembló y se estremeció,
se conmovieron los cimientos del mundo,
retemblaron por su furia.
Salió humo de su nariz,
fuego devorador de su boca,
despedía brasas ardientes.
10 
Inclinó los cielos y descendió,
caminando sobre la niebla.
11 
Montó en un querubín,
emprendió el vuelo
y se elevó sobre las alas del viento.
12 
De las tinieblas hizo su refugio,
de aguaceros y densas nubes
una tienda que lo cubría.
13 
Ante su resplandor las nubes se deshicieron
en granizo y chispas de fuego.
14 
El Señor tronó desde el cielo,
el Altísimo alzó su voz,
granizo y fuego abrasador;
15 
disparó sus flechas y los dispersó,
con rayos incontables los dejó aturdidos.
16 
Emergieron los lechos de las aguas,
se mostraron los cimientos del mundo
por tu estruendo, Señor,
por el soplo de tu ira.
17 
Desde la altura me asió con su mano,
me sacó de las aguas turbulentas.
18 
Me salvó de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.
19 
En un día aciago me atacaron,
pero el Señor fue mi apoyo,
20 
me puso a salvo,
me libró porque me amaba.
21 
El Señor me premia por mi buena conducta,
me recompensa por la inocencia de mis manos,
22 
porque he respetado los caminos del Señor,
no he sido infiel a mi Dios;
23 
tengo presentes todos sus mandatos,
no me alejo de sus normas;
24 
he sido recto con él,
me he apartado del pecado.
25 
El Señor me premia por mi buena conducta,
porque soy inocente ante sus ojos.
26 
Eres fiel con quien es fiel,
honrado con el honrado,
27 
sincero con el sincero,
sagaz con el retorcido.
28 
Porque tú salvas al pueblo humillado
y abates las miradas altivas.
29 
Tú enciendes mi lámpara, Señor,
iluminas, ¡oh Dios!, mi oscuridad.
30 
Contigo me lanzo al asalto,
con mi Dios franqueo la muralla.
31 
El camino de Dios es perfecto,
la palabra del Señor exquisita;
es un escudo para los que en él confían.
32 
Pues, ¿quién es Dios, aparte del Señor?
¿Quién una fortaleza, sino nuestro Dios?
33 
Dios es quien me ciñe de fuerza
y hace perfecto mi camino.
34 
Él me da pies de gacela
y me mantiene firme en las alturas;
35 
adiestra mis manos para la guerra
y mis brazos para tensar arco de bronce.
36 
Me ofreces tu escudo protector,
tu diestra me sostiene,
tu benevolencia me engrandece.
37 
Agilizas mis pasos al andar
y no se tuercen mis tobillos.
38 
Persigo a mis enemigos y los alcanzo,
no retrocedo hasta acabar con ellos;
39 
los abato y no pueden levantarse,
quedan postrados a mis pies.
40 
Me has armado de valor para el combate,
los agresores me han quedado sometidos.
41 
Pones en fuga a mis enemigos
y yo aniquilo a mis adversarios.
42 
Piden auxilio y no hay quien los salve,
claman a Dios y no les responde.
43 
Yo los convierto en polvo que se lleva el viento,
los aplasto como el barro de las calles.
44 
Tú me libras de las disputas del pueblo,
me pones al frente de las naciones,
me sirven pueblos que no conozco.
45 
Apenas me oyen y ya me obedecen,
los extranjeros se humillan ante mí,
46 
los extranjeros quedan sin fuerza
y salen temblando de sus refugios.
47 
¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!
Sea ensalzado Dios mi salvador,
48 
el Dios que me da la revancha
y me somete los pueblos,
49 
quien me libra de mis enemigos.
Tú me encumbras sobre mis adversarios,
me proteges del violento.
50 
Por eso te ensalzo entre los pueblos
y alabo tu nombre, Señor.
51 
Él acrecienta las victorias de su rey
y se mantiene fiel a su ungido,
a David y su descendencia para siempre.

Bendiciones a todos.
Fdo. M. Gayo

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