Cualquier cosa que se añada a la fe en Jesucristo como requerimiento para la salvación, es una salvación basada en obras. Añadir cualquier cosa al Evangelio, equivale a decir que la muerte de Jesús en la cruz no fue suficiente para comprar nuestra salvación. Decir que debemos ser bautizados para ser salvos, es decir que debemos añadir nuestras propias buenas obras y obediencia a la muerte de Cristo, a fin de hacerlo suficiente para la salvación, cuando realmente sólo la muerte de Jesús pagó nuestros pecados (Romanos 5:8; 2 Corintios 5:21). El pago de Jesús por nuestros pecados es adjudicado a nuestra “cuenta” únicamente por la fe (Juan 3:16; Hechos 16:31; Efesios 2:8-9). Por lo tanto, el bautismo es un paso importante de obediencia después de la salvación, pero no puede ser un requerimiento para la misma.
Sí, hay algunos versículos que parecen indicar que el bautismo es un requerimiento necesario para la salvación. Sin embargo, dado que la Biblia nos dice muy claramente que la salvación se recibe sólo por la fe (Juan 3:16; Efesios 2:8-9; Tito 3:5), debe haber dos interpretaciones diferentes de esos versos. Pero la Escritura no se va a contradecir a sí misma. En los tiempos bíblicos una persona que se convertía de una religión a otra, con frecuencia era bautizada para identificar su conversión. El bautismo era el medio por el que se hacía pública una decisión. De aquellos que rehusaban ser bautizados se decía que realmente no habían creído. Así que, en la mente de los apóstoles y los primeros discípulos, la idea de un creyente no bautizado era inaudita. Cuando una persona declaraba creer en Cristo, y sin embargo se avergonzaba de proclamar su fe en público, indicaba que no tenía una fe verdadera.
Pero si el bautismo fuese necesario para la salvación, ¿por qué habría dicho Pablo, “Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo,” (1 Corintios 1:14)? ¿Por qué habría dicho, “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.” (1 Corintios 1:17)? Es posible que en este pasaje, Pablo estuviera argumentando contra las divisiones que plagaban la iglesia de Corinto. Sin embargo, ¿cómo era posible que Pablo dijera, “Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado...” o “Pues no me envió Cristo a bautizar...” si el bautismo fuese necesario para la salvación? Si el bautismo es necesario para la salvación, Pablo habría dicho literalmente, “Doy gracias de que ustedes fueron bautizados...” y “Porque Cristo me envió para salvar...” Pero esa habría sido una declaración increíblemente ridícula por parte de Pablo. Más aún, cuando Pablo da un resumen detallado de lo que él considera el Evangelio (1 Corintios 15:1-8), ¿por qué omite mencionar el bautismo? Si el bautismo fuera un requerimiento necesario para la salvación ¿cómo puede cualquier presentación del Evangelio dejar de mencionarlo?
Por lo tanto, la regeneración bautismal no es un concepto bíblico. El bautismo no salva del pecado, sino de una mala conciencia. Pedro enseña claramente que el bautismo no era un acto ceremonial de purificación física, sino la prueba de una buena conciencia hacia Dios. El bautismo es el símbolo de lo que ya ha ocurrido en el corazón y la vida de cualquiera que haya confiado en Cristo como Salvador (Romanos 6:3-5; Gálatas 3:27; Colosenses 2:12). Para dejar perfectamente clara la fuente de la salvación, Pedro añade, “...por la resurrección de Jesucristo...” (1 Pedro 1:3). El bautismo es un paso importante de obediencia que debe realizar cada cristiano, pero no puede ser un requerimiento para la salvación. Considerarlo así, es un ataque a la suficiencia de la muerte y resurrección de Jesucristo.
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