miércoles, 1 de enero de 2014

El Mantel - Cristianos

El nuevo Sacerdote, recientemente asignado a su primer ministerio para reabrir una iglesia en los suburbios de Brooklyn, New York, llegó a comienzos de octubre entusiasmado con su primera oportunidad.
Cuando vio la iglesia, esta se encontraba en pésimas condiciones y requería mucho trabajo de reparación. Se fijó la meta de tener todo listo a tiempo de oficiar su primer servicio en Nochebuena.
Trabajó arduamente, reparó los bancos, empapeló las paredes, pintó, etc., y para el 18 de diciembre ya casi había concluido con los trabajos, adelantándose a la meta trazada.
Pero el 19 de diciembre cayó una terrible tempestad que azotó el área por dos días completos.
El día 21 el sacerdote fue a ver la iglesia. Su corazón se encogió cuando vio que el agua se había filtrado a través del techo, causando que un área considerable del mismo, de unos 6 metros, cayera sobre la pared frontal del santuario, exactamente detrás del púlpito, dejando un hueco bastante grande.
El sacerdote limpió el desastre en el suelo, y no sabiendo qué más hacer sino posponer el servicio de Nochebuena, salió para su casa. Yendo de camino, se dio cuenta de que una tienda local estaba llevando a cabo una venta del tipo “mercadillo”, con fines caritativos, y decidió entrar.
Uno de los artículos era un hermoso mantel hecho a mano, color hueso, con un trabajo exquisito de aplicaciones, bellos colores y una cruz bordada en el centro.
Era precisamente del tamaño adecuado para cubrir el hueco en la pared frontal. Lo compró y volvió de regreso a la iglesia. Para entonces había comenzado a nevar.

Llegó allí, y una mujer mayor iba corriendo en sentido opuesto tratando de alcanzar el autobús, pero finalmente lo perdió. El sacerdote la invitó a esperar en la iglesia donde había calefacción, porque el próximo autobús tardaría 45 minutos más en llegar.
Entonces miró a la mujer, que iba caminando por el pasillo del centro de la iglesia. Su cara estaba blanca como una hoja de papel. “Padre, ¿dónde consiguió usted ese mantel?” El padre le explicó. La mujer le pidió que revisara la esquina inferior derecha del mismo, para ver si las iniciales EGB aparecían bordadas allí.
Si, estaban. Estas eran las iniciales de la mujer y ella había hecho ese mantel 35 años atrás en Austria.
La mujer apenas podía creerlo, cuando el pastor le contó cómo acababa de obtener el mantel. La mujer le explicó que antes de la guerra ella y su esposo tenían una posición económica holgada en Austria, pero cuando los Nazis llegaron la forzaron a irse. Su esposo debía seguirla la semana siguiente. Ella fue capturada, enviada a prisión y nunca volvió a ver a su esposo ni su casa. 
El pastor la llevó en el coche hasta su casa y ofreció regalarle el mantel, pero ella lo rechazó diciéndole que no podía aceptarlo.
Se sentía muy agradecida pues vivía al otro lado de Staten Island, y solamente estaba en Brooklyn por el día, para un trabajo de limpieza en una casa. 
¡Qué maravilloso fue el servicio de esa Nochebuena! La iglesia estaba casi llena. La música y el espíritu que reinaban eran increíbles. 
Al final del servicio, el sacerdote despidió a todos en la puerta y muchos expresaron que volverían. Un hombre mayor, que el pastor reconoció del vecindario, seguía sentado en uno de los bancos mirando hacia el frente, y el padre se preguntaba por qué no se iba.
El hombre le preguntó dónde había obtenido ese mantel que estaba en la pared frontal, porque era idéntico al que su esposa había hecho años atrás en Austria antes de la guerra, y no entendía cómo podía haber dos manteles tan idénticos. Le relató al padre cómo llegaron los Nazis, cómo él forzó a su esposa a irse por la seguridad de ella, y cómo él estaba dispuesto a seguirla, pero había sido arrestado y enviado a prisión. Nunca volvió a ver a su esposa ni su hogar en aquellos 35 años.
El pastor le preguntó si querría ir él a dar una vuelta. Se dirigieron en el coche hacia Staten Island, hasta la misma casa donde el padre había llevado a la mujer tres días antes.
Ayudó al hombre a subir los tres pisos de escalera que conducían al apartamento de la mujer, tocó en la puerta y presenció la mas bella reunión de Navidad que pudo haber imaginado.
Una historia real contada por el Padre Rob Reid, quien dice que Dios trabaja en forma misteriosa.
Le pedí a Dios bendecirte cuando oraba hoy, para guiarte y protegerte según vayas por tu camino… Su amor está siempre contigo, por eso, cuando el camino que estés cruzando parezca difícil en extremo, encomiéndaselo a Dios, y Él hará el resto.

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