miércoles, 25 de septiembre de 2013

Decisiones apresuradas - Devocional

Puede que hoy estés a punto de tomar una decisión que influirá mucho en tu manera de vivir...
Nuestra vida diaria está siempre presta a tomar decisiones de toda índole, desde las que consideramos poco importantes, hasta las que consideramos de suma importancia. Entonces, ¿qué clase de decisiones tomamos?, ¿correctas?, ¿incorrectas? Y si las decisiones que tomamos no fueron las adecuadas, dichas decisiones, ¿no fueron entonces apresuradas?
Todos tomamos decisiones diariamente, desde decisiones sencillas como ¿qué vestuario me pondré hoy?, hasta decisiones importantes que determinarán nuestro presente y futuro.
Seguramente hoy estés a punto de tomar una decisión que influirá mucho en tu manera de vivir, y en consecuencia puede que te sientas un poco presionado o con temor, porque la decisión a tomar es muy delicada.
¿Qué hacer para tomar una buena decisión?
Primero: Relájate y descansa en Dios. 
Ahora que ya conoces de Dios y le has hecho Señor de tu vida, tienes que aprender a depender de Él. Tienes que comprender que ahora Él juega una parte muy importante en tu toma de decisiones. Descansar en Dios es ese sentimiento de paz que me lleva a comprender que mi vida está en sus manos. Es esa tranquilidad que aparece a pesar de que la situación sea muy difícil, porque mi confianza en que Dios actuará me hará estar tranquilo frente a cualquier situación que se presente. Antes de tomar una buena decisión tienes que relajarte, descansar, y sobre todo confiar en que Dios te guiará a tomar la mejor.
Segundo: Reflexiona bien en los resultados que puedes obtener. 
Después de que estés relajado y confiando en Dios, piensa bien sobre la decisión que vas a tomar, reflexiona sobre el hecho de si esa decisión está respaldada por la Palabra de Dios o si va en contra de lo que Dios dice en la misma (“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Salmos 119:105 RV1960). Y luego medita en los resultados que esa decisión puede traer. Piensa en todos los “pros” y los “contras”. Jamás tomes una decisión cuando estés enojado, ni cuando tus emociones estén a flor de piel, porque dichas decisiones casi nunca resultan bien. La mejor forma de tomar decisiones es cuando la cabeza está fría, cuando no hay emociones de por medio y cuando se reflexiona muy bien sobre lo que se va a hacer.
Tercero: No te apresures, tómate el tiempo necesario. 
Obviamente habrá decisiones que tendremos que tomar rápidamente, quizá en minutos, pero las grandes decisiones casi siempre las podremos tomar con más tiempo. Si algo te ayudará a tomar una buena decisión, es haberla meditado muy bien antes de tomarla. Muchas veces no hay prisa, el apresuramiento no es buen consejero; con prisas a veces las cosas no salen como hubiéramos querido.
Cuarto: Confía en Dios porque Él hará. Si tú desde el principio descansaste en Dios y confiaste en que Él te ayudaría, y ante todo hiciste las cosas bien, conforme a su Palabra y justamente, entonces simplemente confía en que Dios obrará a tu favor si así fuese su voluntad.

Algunas decisiones también necesitarán el apoyo de algunos consejeros; la Biblia nos lo dice: “Así que, no vayas a la guerra sin consejo sabio; la victoria depende de que tengas muchos consejeros” Proverbios 24:6 (Nueva Traducción Viviente). Y también en este otro pasaje: “Cuando falta el consejo, fracasan los planes; cuando abunda el consejo, prosperan ”Proverbios 15:22 (Nueva Versión Internacional).
La Biblia nos invita a confiar plenamente en Dios para que las cosas nos vayan bien: “Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y él actuará en tu favor” Salmos 37:5 (Traducción en lenguaje actual).
Lo mejor de todo es que Dios mismo nos ha dado una promesa en la cual debemos de confiar: “El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti” Salmos 32:8 (Nueva Versión Internacional).
No te apresures a tomar decisiones de las que luego te arrepientas, es mejor tomar decisiones que vayan orientadas, consensuadas y respaldadas por Dios, porque dichas decisiones traerán buenos resultados.
Si en estos días tienes que tomar alguna decisión, recuerda no hacerlo mientras te sientas enojado o molesto, y no tomes decisiones guiadas por las emociones del momento, sino relájate y descansa en Dios, y reflexiona muy bien sobre lo que harás; no te apresures y tómate el tiempo necesario, pero sobre todo CONFÍA en Dios para que dicha decisión sea la correcta y traiga a tu vida gozo en lugar de tristeza.
¡Las mejores decisiones que podemos tomar, son aquellas en las cuales dejamos que Dios nos guíe!

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