El Señor le había dicho a Moisés que hablara con el faraón para que dejase salir al pueblo de Israel. Después de muchas negativas, el faraón accedió y les permitió salir del país hacia la Tierra Prometida, aunque luego se arrepintió y mando su ejército para hacerles regresar.
El pueblo salió como para una batalla, seguros de su victoria. En el primer trayecto, Dios les condujo por el camino más largo hacia el Mar Rojo, para que cuando se presentase una afrenta contra ellos, no cambiasen de parecer y se volviesen a Egipto. Porque cuanto más larga fuera la distancia, menos posibilidades tenían de retornar.
Dios quería que su pueblo no volviera atrás para seguir en esclavitud, por eso les guió por un camino más largo y no exento de dificultades.
Puede que como los israelitas, tengamos que salir de un lugar de esclavitud. El trayecto puede ser largo, el cansancio y las dificultades pueden hacernos pensar en desistir, sin embargo todo esto nos ayuda a crecer y a ser más estables.
Tener un largo recorrido no significa que no llegarás a la meta, sino que Dios, te prepara, capacita y te libra de cada problema que se te va presentando y especialmente de la siempre vigente, tentación de volver atrás.
El Señor estará a tu lado como lo estuvo con su pueblo, Él les guió de día y de noche. También así no te dejará desamparado. ¡Entonces, no mires atrás y continúa caminando!
“De día, el Señor iba al frente de ellos en una columna de nube para indicarles el camino; de noche, les alumbraba con una columna de fuego. De ese modo podían viajar de día y de noche. Jamás la columna de nube dejaba de guiar al pueblo durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.” Éxodo 13: 21-22.
Fdo.: S. F.
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