Hace unos cuantos años, una ovejita fue encontrada después de haber permanecido escondida en una cueva durante seis años. Por supuesto que, durante ese tiempo su lana creció sin que nadie estuviera allí para esquilarla. Cuando finalmente fue encontrada, su vellón (lana) pesaba algo más de veintisiete kilos.
El peso medio del vellón de una oveja es de cuatro kilos y medio, y excepcionalmente puede llegar a los siete kilogramos como máximo. Lo que significa, que durante esos seis años ella llevó seis veces más el peso normal de su lana, simplemente porque estaba lejos de su pastor.
¿No crees que es lo mismo que sucede con nosotros en determinados momentos de nuestra vida?; porque cuando nos alejamos de Dios, es como si cargáramos un peso sobre nuestros hombros que nos avergüenza y que nos impide continuar, a causa de nuestra desobediencia y por haber preferido las cosas que el mundo nos ofrece en vez de seguirle a Él.
El pecado hace sentirnos indignos de su perdón y su presencia; pero su amor, su misericordia y gracia nos atraen hacia Él. No importa lo que hiciste ni dónde estuviste, que Él siempre espera que regreses a su camino, porque lo más importante es tu arrepentimiento y el deseo de empezar todo de nuevo, pero ésta vez escuchando su voz y obedeciendo sus instrucciones cada día.
No sigas más escondiéndote de tu Pastor, ha llegado el momento de regresar al redil, olvida el motivo por el que te extraviaste, admite que te equivocaste y reconoce también que le necesitas, porque no hay nadie que te ame y te proteja como nuestro amado Padre Celestial.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Juan 10:27-28 (RVR 1960)
Fdo: B. B.
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