Estoy indignado, triste, enojado y avergonzado. La tragedia ocurrida a pocos metros de la isla de Lampedusa, en Italia, sacudió mi ser interior. ¡Tanto dolor! ¡Tanta muerte! ¡Tanta injusticia!...
Pensaba en esos pobres emigrantes que salieron de sus países con la esperanza de encontrar un lugar mejor. Imaginaba sus vidas en la más profunda miseria, rodeados de calamitosas condiciones de pobreza y explotación. Les veía subir a esa barcaza, algunos junto a sus niños, otros en solitario, todos con ansias de trabajo, pan, estabilidad, paz y tantas cosas que muchos solemos dar por sentado.
Los trescientos que fallecieron no deberían pasar desapercibidos. El mundo debería detenerse frente a cada muerte evitable, ante cada ser humano que sufre, junto a toda persona que padece. Miles y miles de hombres, mujeres y niños viven el atropello cotidiano de sus derechos más básicos. Algunos, en naciones dominadas por tiranos que se enriquecen mientras sus pueblos languidecen. Otros, en sistemas que privilegian la banca sobre la vida humana.
Julio Cortázar, en su poema “La verdadera cara de los ángeles”, escribió:
La verdadera cara de los ángeles
es que hay napalm, y hay niebla y hay tortura.
La cara verdadera
es el zapato entre la suciedad, el lunes de mañana, el día a día.
La verdadera cara
cuelga de perchas y liquidación de saldos,
la cara verdadera
es un álbum (x) que cuesta treinta francos
y está lleno de caras (las verdaderas caras de los ángeles):
la cara de un negrito hambriento,
la cara de un niñito mendigando,
un vietnamita, un argentino, un español,
la cara verde del hambre verdadera de los ángeles,
por treinta francos la emoción en casa,
la cara verdadera de los ángeles,
la verdadera cara de los ángeles.
(x) (se refiere al libro en sí mismo, lleno de fotos)
Vaya mi sincero homenaje a todos los seres humanos que viven oprimidos y abatidos. Que piensan que ya no hay esperanza. Quienes reciben insultos por su color de piel o procedencia étnica. Aquellos que ni siquiera logran satisfacer sus necesidades básicas de alimentación. Emigrantes que son tratados peor que animales, por naciones que se han olvidado que otrora fueron extranjeras (en tierras donde fueron acogidas). Quienes viven esclavizados en redes de tráfico de esclavos. Aquellos que son rehenes de sistemas políticos perversos (de izquierda, derecha, de arriba o abajo… da lo mismo). Mi homenaje más sincero a todos los que sufren.(x) (se refiere al libro en sí mismo, lleno de fotos)
Sépanlo ahora, queridos amigos, que aunque algunos de ustedes quizá nunca lleguen a leer estas líneas, escritas con el corazón en mis manos, somos muchos los que no les olvidamos. Somos muchos los que seguimos trabajando por la solidaridad, la igualdad y los derechos. Somos muchos los que hablamos por todos ustedes. Somos muchos los que soñamos y luchamos por un mundo diferente.
Fdo.: C. F.
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