Tomar decisiones a la ligera cuesta, realmente cuesta mucho. Las consecuencias de una mala decisión siempre se sufren, pues dado que toda acción tiene consecuencias, la toma de decisiones tendrá un resultado según como haya sido ella.
Pero somos humanos, y somos sentimentales. Si Dios no quisiera que tuviéramos sentimientos nos habría creado sin ellos, pero Él nos dio dominio sobre ellos para saber utilizarlos, enfocarlos y controlarlos, para amar y ser amados, pero... no para tomar decisiones.
Una de las principales causas de tomar una mala decisión es dejarse guiar por los impulsos porque son engañosos; estemos muy felices o muy enojados, para decidir lo mejor es que pensemos las cosas en momentos de tranquilidad; a esto se le llama pensar con la cabeza fría.
Sin lugar a dudas Dios nos ha llenado de muchas cualidades. Es sorprendente toda la sabiduría y dominio que hay en ti, escondidos, ambos, detrás de sentimientos, y no pueden ellos inducirte a tomar una decisión porque tarde o temprano tendrá sus consecuencias, y si estas son negativas resultará dolorosa.
Por lo tanto, no empeores más tu situación tomando decisiones equivocadas, basadas en el sentimiento del momento, por el contrario, busca siempre la dirección de Dios y pide su sabiduría; si de algo se agrada Él es de ser tomado en cuenta antes, cuando se puede hacer algo, que no después, cuando se está en medio de las consecuencias. Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. Proverbios 2:6
No busques sentimientos para tomar decisiones, busca dirección para encontrar la correcta. ¿Te enojaste?, no decidas aún. ¿Estás feliz?, no te comprometas a nada. Espera el momento de calma, deja que Dios te hable y su sabiduría te dirija; la decisión que tomes entonces será la mejor.
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