“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. (Un alma viviente)
Génesis 2:7
Cuando el aliento vivificante de Dios entró en contacto con el cuerpo del hombre, se produjo el alma; el alma es la resultante de la unión del cuerpo del hombre y su espíritu; el aliento de vida es el espíritu del hombre y es el sustentador de su vida. El aliento de vida viene del creador (Juan.6.33), es el pan que descendió del cielo y da vida al mundo; sin embargo, no debemos confundir este aliento de vida con el Espíritu Santo, pues el espíritu humano y el Espíritu Santo, son dos entidades diferentes; este aliento de vida, que en hebreo antiguo es chay, y es plural, genera dos clases de vida; una espiritual y otra psicológica, lo que significa, que cuando el aliento de vida de Dios entró en contacto con el cuerpo, produjo el espíritu y cuando el espíritu se fusionó con el cuerpo, se produjo el alma. Y este es el origen, tanto de la vida espiritual como de la vida anímica.
Aclaremos que el espíritu del hombre procedente del soplo de vida, es diferente a la vida que recibimos cuando fuimos regenerados, pues esta última es la verdadera vida de Dios representada en el árbol de la vida, y aunque el espíritu sea eterno, porque proviene de Dios, no significa que ya posee “la vida eterna”. El hombre llegó a ser un alma viviente, es decir, un ser propio, consciente de sí mismo.
Antes de que Adán cayera, su espíritu y su alma no vivían en conflicto, como sucede hoy en día, sino que su espíritu, su alma y su cuerpo estaban en perfecta armonía e integrados; pero con la caída hubo una ruptura y el espíritu del hombre se durmió, murió, se desconectó de su creador, y su alma vino a ser el asiento de la personalidad del hombre; es allí, en su alma, donde residen sus cualidades. Dios caracteriza al hombre por su alma y a los ángeles por su espíritu.
Por eso, antes de nuestra regeneración o conversión, Dios dice que estamos muertos. Muertos en espíritu, y para activar y resucitar a nuestro espíritu debemos nacer de nuevo, nacer del agua y del espíritu, y recibir la vida que sólo es posible recibir a través de Jesús. El hombre será juzgado por su alma, pues esta le representa y expresa las características de su personalidad, y por tanto vale la pena conocernos como almas vivientes, y conocer los peligros y retos que día a día tenemos que afrontar para ser victoriosos en Cristo.
Para el mundo, el hombre sólo consta de cuerpo y mente, o cuerpo y psiquis. Ésta última, la mente o la psiquis, desconoce completamente al espíritu, por lo que a menudo se confunde el alma, la mente o la psiquis con el espíritu, y escuchamos hablar del “espíritu humano” cuando en realidad estamos hablando del alma, y concretamente de la personalidad y cualidades del alma y del cuerpo.
La Psicología es una ciencia relativamente joven que estudia la relación entre la mente y el cuerpo; ha evolucionado tanto que, paulatinamente, se ha llegado a convertir en – Neurociencia -, y se ha especializado en el estudio del cerebro y su funcionamiento. El cerebro es una máquina muy poderosa, capaz de producir hechos realmente asombrosos, como que se le atribuye el poder, casi infinito, de la mente, pero desecha, ignora, o por lo menos no menciona a Dios para nada; de hecho es la antítesis de la ciencia de Dios, pues toda su filosofía está dirigida al YO, AL EGO, AL ALTER EGO, haciéndonos creer que el hombre no necesita de Dios, que Dios fue una invención del hombre, cuando antes no había el conocimiento, la tecnología y la ciencia que hay hoy; ellos (o él, el yo, al ego,...) también están convencidos, que como humanos, sin Dios, así como se ha logrado lo que se ha logrado hasta ahora, pueden llegar a ser inmortales, a ser invencibles, a conquistar otros mundos e irse para allá cuando se acabe la vida en este planeta. ¿Recuerdas la respuesta de la astuta serpiente en El Edén, cuando conversaba con Eva? “¿Conque Dios os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto? Y posteriormente, negando lo que Dios había dicho a Eva, continuó: No moriréis, sino que Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.”
¿Reconoces aquí la mentira y el engaño? Todos supimos, conocimos y aprendimos el bien y el mal y sin embargo, esto no nos hizo como Dios, sino todo lo contrario, pues el avance, la tecnología y la ciencia, no han hecho al hombre ni más feliz, ni han traído amor o justicia a la tierra; entonces, ¿en qué nos asemejamos a Dios? Posiblemente la humanidad sí se asemeja cada día más a Satanás, el enemigo de Dios.
Nuestra alma es el trofeo, por ella vino Jesucristo, y por ella pelea el anticristo. El alma es el puente entre el espíritu y el cuerpo; por esta razón se han diseñado toda clase de estrategias para que el alma esté cautiva, que permanezca esclava, no sea libre y siga creyendo que un día va a ser feliz; para ello se aplica una filosofía anticristiana, que exalta al YO y minimiza a Dios y a la vida espiritual; la segunda estrategia psicológica que se usa es la etnolingüística, derivada de la neurociencia. Analiza los medios que nos afectan, la publicidad, la televisión, la radio, las ofertas, “los regalos” etc.; detrás de cada uno, hay un “mensaje” cifrado, según los códigos del cerebro, dirigidos todos a nuestro inconsciente, a nuestro alter ego y que tienen como fin, inducirnos a hacer algo, a comprar, a decidir, a firmar, a cautivar nuestra voluntad, a manipular nuestro deseo, a la forma de satisfacerlo, y a canalizar nuestro dinero hacia sus cuentas, manipulando nuestros miedos y temores.
Nuestra alma es el trofeo, por ella vino Jesucristo, y por ella pelea el anticristo. El alma es el puente entre el espíritu y el cuerpo; por esta razón se han diseñado toda clase de estrategias para que el alma esté cautiva, que permanezca esclava, no sea libre y siga creyendo que un día va a ser feliz; para ello se aplica una filosofía anticristiana, que exalta al YO y minimiza a Dios y a la vida espiritual; la segunda estrategia psicológica que se usa es la etnolingüística, derivada de la neurociencia. Analiza los medios que nos afectan, la publicidad, la televisión, la radio, las ofertas, “los regalos” etc.; detrás de cada uno, hay un “mensaje” cifrado, según los códigos del cerebro, dirigidos todos a nuestro inconsciente, a nuestro alter ego y que tienen como fin, inducirnos a hacer algo, a comprar, a decidir, a firmar, a cautivar nuestra voluntad, a manipular nuestro deseo, a la forma de satisfacerlo, y a canalizar nuestro dinero hacia sus cuentas, manipulando nuestros miedos y temores.
¿Comprendemos ahora el peligro? Hay que cuidar nuestros ojos, lo que vemos; nuestros oídos y lo que escuchamos; cuidar nuestro cuerpo (que ha venido a ser ahora un Templo, Sagrado, donde mora el Espíritu Santo) y todos nuestros sentidos. Cuando nos digan: miren, escuchen, toquen, prueben….¡cuidado!….si nos gusta y ellos lo notan, estamos a un paso de caer.
Pero Dios también tiene una filosofía que es poderosa para convencernos y es LA VERDAD, y su estrategia es la Salvación a través de su Hijo Jesucristo. Él nos enseña a través de su Santo Espíritu o Dios, quién habla a nuestro espíritu y convence a nuestra alma, nos enseña a quién obedecer, nos enseña a obedecer a nuestro espíritu o bien al cuerpo o a la carne, o al que está al otro lado del mundo.
Y Dios también nos entrega las armas, las herramientas y las estrategia para luchar contra el enemigo: la oración (comunión del espíritu con Dios); la fe (que viene por el oír, pero oír la Palabra de Dios); pensar en lo alto y profundo de su amor (usar nuestro intelecto), pensar en Jesús, pensar en toda dádiva buena y perfecta que viene de Dios; “ver” con los ojos de Jesús cualquier situación, usando nuestra capacidad de discernir, de diferenciar, guardar lo bueno y desechar lo malo; “ver”, leer y creer sus promesas, contenidas en La Biblia, Su Palabra, verla con los ojos, tocarla con nuestras manos, sentir sus palabras en nuestro corazón, pensar en su amor y en la obediencia a su palabra.
Algunos tenemos unos egos tan grandes, que creemos que será imposible para Dios transformar nuestra vida, pero Dios también tiene una estrategia para hacer que nuestro ego decrezca, disminuya y merme, y en su lugar se fortalezca el espíritu, a través del cual recibimos la verdadera vida y el verdadero conocimiento de Dios y de nosotros mismos: su estrategia es el quebrantamiento. Sí hermano, duele pero es la verdad, el quebrantamiento es la forma en la que Dios restaura nuestra vida espiritual, rescata del hoyo nuestra alma y sana nuestro cuerpo, pues es necesario que la semilla del evangelio crezca y prospere, mientras nuestro YO es quebrantado y humillado. Sólo cuando tocamos fondo, cuando reconocemos que no somos nada, que no valemos nada, que hemos sido necios, clamamos a Dios con un corazón contrito y humillado.
El alma cumple tres funciones principales que se resumen en: Pensamientos, Sentimientos y Voluntad, y es esta última quien determina, quien dirige (el libre albedrío) si el alma decide obedecer a Dios y seguir a Jesús, decide hacer que sea el espíritu el que gobierne su vida, como Dios lo dispuso desde un comienzo, o bien decide obedecer al cuerpo (a la carne) e ignorar al espíritu y vivir conforme a los deseos de la carne (el cuerpo).
El hombre con su cuerpo conoce el mundo físico por medio de sus sentidos, vista, oído, tacto, gusto y olfato; con su alma se puede conocer a sí mismo; y con su espíritu puede conocer a Dios.
Con el cuerpo interactuamos y nos relacionamos con el mundo; en nuestra alma se encuentra el intelecto y gracias a él podemos existir independientemente de todo; por lo tanto, los afectos y sentimientos hacia los objetos y las personas se generan también en los sentidos, y constituyen la personalidad del hombre, la cual nos faculta para ser conscientes de nosotros mismos.
El espíritu es el medio por el cual nos comunicamos con Dios, por consiguiente Dios mora en el espíritu. El yo – el ego – se haya en el alma y el cuerpo, donde se hayan los sentidos, y todos conforman una unidad completa que es nuestro SER.
El alma es la tierra prometida, es una tierra virgen que hay que trabajar, y poner a producir los frutos del espíritu; no permitas que tu alma se pierda.
“Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.”
Efesios 5:14
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