Si tus oraciones no están siendo respondidas, pregúntate lo siguiente:
1) Cómo está mi relación con el Señor?
1) Cómo está mi relación con el Señor?
“Si en mi corazón hubiera yo mirado a la maldad, el Señor no me habría escuchado” (Salmo 66:18). Cualquier cosa que afecte tu relación con Dios negativamente, también afecta tus oraciones. La amistad con Él te favorece; mas la intimidad con Él te da acceso directo. Jesús dijo: “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho” (Juan 15:7).
2) ¿Cómo es de firme mi fe?
“…Sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que Él existe y que recompensa a los que le buscan con sinceridad” (Hebreos 11:6 NTV). Hagamos hincapié en tres aspectos:
a) Creer. El deseo más profundo de Dios es que le creamos, independientemente de cómo sean nuestras emociones o las circunstancias.
b) Sinceridad (diligencia). Cuando ores, pon todo tu corazón y tu alma en ello. Pablo habla de “(luchar) en oración” (Colosenses 4:12 NVI).
c) Él. Dios no es una “fuerza en el espacio”, es tu Padre Celestial que “sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas” (Mateo 6:32). Tu mayor énfasis al orar no debería ser satisfacer tus necesidades, sino edificar tu relación con Dios.
3) ¿Soy paciente?
“Hasta que llegó el tiempo de Dios, Él probó su paciencia” Salmo 105:19. José fue probado en toda promesa que Dios le había dado. Podemos oír a Satanás susurrándole al oído: ‘¿No era el sueño de Dios ponerte en autoridad? ¿Qué haces en la cárcel?’ Pero en realidad la prisión no era lo que parecía, sino que allí se forjó su destino. José vio cumplida la promesa de Dios -en Su tiempo-. Él también tiene un tiempo apropiado para la tuya, para tu vida.
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