Después me puse a reflexionar acerca del uso que le damos a cada momento de nuestra vida.
Y me asombré al comparar cuánto tiempo dedicamos a hablar con amigos y el que dedicamos a hablar con Dios. Sabemos que es muy bueno hablar con amigos, pero llama la atención el hecho de que nos cuesta mucho separar un tiempo para hablar con Dios.
La oración es justamente eso, comunicarnos con nuestro Padre, quien además, siempre estará disponible para escucharnos. Y nunca recibiremos de parte de Él una respuesta como: “Ahora estoy ocupado, háblame mas tarde”; no, de ninguna manera, su oído siempre está atento al clamor de sus hijos.
La oración es el medio por el cual el ser humano tiene una relación íntima con Dios, significa dejar que su paz encienda nuestro ser, es permitir que la luz de Dios resplandezca en nuestro corazón.
Habla con Dios, dile que le necesitas, y hazlo mediante la oración.
Seguramente tienes planes para el día de hoy: algunas actividades que debes hacer, otras que son para esparcimiento, pero ¿has incluido a Dios en tu agenda del día?, ¿y en la de mañana?, ¿y en la próxima semana?¡Separa un tiempo para tu encuentro con Dios! Sólo tú y Él, recuerda que tienes una relación personal con tu Padre, cultívala, háblale, escúchale y aprende de Él.
Sólo cuando vamos delante de su presencia podemos dejar nuestras cargas, preocupaciones, temores y fracasos, para recibir la tan ansiada paz.
“No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo”. Filipenses 4:6-7 (Lenguaje actual)
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