viernes, 25 de octubre de 2013

No te sueltes de su mano - Devocional, reflexión

Cuando volvía del trabajo a mi casa, observé a un niño tomado de la mano de su madre, esperando que el semáforo se pusiera verde para poder cruzar la calle. Esto me hizo recordar cuando mi mamá me llevaba a la escuela. Yo me tomaba de su mano, de esa manera me sentía protegida y segura. Pero también vino a mi memoria aquella vez que le dije que ya no me tomara de la mano, porque yo creía que era grande y además ninguna de mis amigas llegaba al colegio tomada de la mano de sus papás.
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¡Caramba! Analizando aquella actitud me siento triste, porque estoy segura, aún sin mala intención, de que llegué a lastimar a mi mamá por la forma como reaccioné. Pero ella fue tan tierna e inteligente que no me dijo nada, porque entendía que había entrado en la difícil etapa de la preadolescencia. Desde ese día ella sólo me acompañaba y me daba un beso en la mejilla antes de despedirnos.

Ahora que han pasado los años, entiendo mejor el gran amor que sienten nuestros padres por nosotros, porque a pesar de nuestra edad y la actitud incorrecta con la que muchas veces les lastimamos, para ellos jamás dejaremos de ser sus hijos.
Algo similar sucede cuando nosotros decidimos soltarnos de la mano de Dios, comenzando a hacer las cosas a nuestra manera. Con nuestra autosuficiencia e independencia, llegamos a lastimar su corazón, pero aún así, Él no se aleja de nuestro lado. Dios permanece fiel en todo momento, para levantarnos cuando hemos caído, para fortalecernos cuando las pruebas nos han debilitado, para sanar nuestras heridas cuando nos han lastimado o para perdonarnos cuando hemos decidido volver a sus brazos.
Si por alguna razón tú te has alejado de Dios, hoy es el mejor día para que te tomes nuevamente de su mano y regreses a su camino. Y si jamás tuviste una relación muy cercana con Él, te animo a comenzar hoy, sólo tienes que pedirle que guíe tu vida cada día y te enseñe a escuchar su voz.
Sin importar lo que hayas hecho, Él te sigue esperando con el mismo amor de siempre, y sólo depende de ti tomar la decisión de caminar a su lado y no desviar tu mirada por ningún motivo, porque nadie más que Él te puede ofrecer dirección, protección y seguridad a pesar de lo que estés afrontando.
Pues yo te sostengo de tu mano derecha; yo, el Señor tu Dios. Y te digo: “No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte. Isaías 41:13 (NTV)

La mano de Dios te sostuvo ayer, te sostiene hoy y te sostendrá mañana.

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