La Práctica de la Presencia de Dios-7ª
Carta escrita por Nicolás Herman, Hermano Lorenzo, a Fray José de Beaufort, representante del arzobispado local, hace más
de 300 años.
Tengo
una gran compasión de ti. Será de gran importancia si dejas el cuidado de tus
asuntos a M--, mi amiga monja, y pasas el resto de tu vida solamente adorando a Dios. Él no requiere grandes cosas de nosotros, recordarle un poco de vez en cuando, y un
poco de adoración, como a veces orar por su gracia, otras para ofrecerle tus
sufrimientos, y
a veces para volver a Él agradeciéndole por los favores que te ha concedido (y
todavía te concede) en medio de tus preocupaciones, y para consolarte con Él
tan frecuentemente como puedas.
Eleva tu corazón a Él, hasta durante tus comidas,
y cuando estás en compañía de otros; hasta el más pequeño pensamiento puesto en
Él le será aceptable. No necesitas clamar en voz alta, Él está más cerca de
nosotros de lo que nos damos cuenta.
Para
estar con Dios no es necesario estar siempre en la iglesia; nuestro corazón puede
ser el oratorio adonde podemos retirarnos de vez en cuando para conversar con
Él en mansedumbre, humildad, y amor. Cada uno es capaz de mantener una
conversación familiar con Dios, algunos más, otros menos: Él sabe lo que
podemos hacer.
Entonces, comencemos; quizás Él no espera nada más que una generosa decisión de nuestra
parte. ¡Sé valiente!
Tenemos poco tiempo para vivir, tú ya estás cerca de los sesenta y cuatro años y yo casi tengo ochenta. Vivamos y muramos con Dios; si estamos con Él, los sufrimientos serán dulces y agradables para nosotros, y sin Él, el mayor placer será un cruel castigo para nosotros. Sea bendito por todos. Amén.
Acostúmbrate
a adorarle gradualmente, a suplicar por su gracia, a ofrecerle tu corazón de
vez en cuando, en medio de tus trabajos, y a cada momento si puedes hacerlo. No
te confines escrupulosamente a ciertas reglas, o formas particulares de
devoción, y actúa con una amplia confianza en Dios, con amor y humildad. Ten
la seguridad de que cuentas con mis pobres oraciones, y que soy vuestro siervo,
y tuyo particularmente.
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