jueves, 17 de octubre de 2013

Lo que tengo, te lo doy - Devocional

Todo el que crea en mí hará las mismas obras que yo he hecho y aún mayores, porque voy a estar con el Padre. Pueden pedir cualquier cosa en mi nombre, y yo la haré, para que el Hijo le dé gloria al Padre. Juan 14:12-13 (NTV)
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Una tarde, cuando Pedro y Juan entraban al templo para participar de la oración, vieron que cargaban a un hombre cojo. Todos los días le ponían junto a la puerta del templo, para que pudiera pedir limosna a la gente que entraba. Cuando éste les vio entrar, les pidió dinero, pero Pedro le dijo: “Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y camina!”


Entonces Pedro le tomó de la mano derecha y le ayudó a levantarse. Y mientras lo hacía, al instante los pies y los tobillos del hombre fueron sanados y fortalecidos. ¡Se levantó de un salto, se puso de pie y comenzó a caminar! Luego entró en el templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios.
Pedro vio esto como una oportunidad y se dirigió a la multitud diciéndoles: “Por la fe en el nombre de Jesús, este hombre fue sanado y ustedes saben que antes era un inválido”.

No hay nada imposible que Dios no pueda hacer, somos nosotros los que muchas veces detenemos sus bendiciones porque nuestra incredulidad es mayor que nuestra fe, porque nos limitamos a creer sólo lo que nuestros ojos pueden ver. Sigamos el ejemplo de éste hombre, que gracias a su fe pudo volver a caminar.
Pidámosle a Dios que aumente nuestra fe, porque sólo creyendo en Él los milagros sucederán; no existirá nada que le impida obrar libremente en nuestras vidas y conceder los anhelos más íntimos de nuestros corazones.
Él quiere sanarnos, bendecirnos, restaurarnos y prosperarnos, pero somos nosotros los que debemos confiar plenamente en su poder y dejar de dudar.

Estas señales milagrosas acompañarán a los que creen: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán nuevos idiomas. Podrán tomar serpientes en las manos sin que nada les pase y si beben algo venenoso no les hará daño. Pondrán sus manos sobre los enfermos y ellos sanarán. Marcos 16:17-18 (NTV)
¡Sólo nos limita lo que no podamos creer!

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