En nuestra vida espiritual suele ocurrir lo mismo. Mientras estamos en constante comunión con Dios corren aguas transportando vida, amor, frescura, fe, fortaleza, etc. En cambio, cuando descuidamos nuestra vida espiritual y dejamos que el pecado tome lugar en nuestros corazones, permitiendo que nuestra prioridad deje de ser Dios y en su lugar ponemos cualquier otra cosa o persona, nuestra fe va decayendo y muchas veces el temor y la duda nos invaden provocando tibieza espiritual.
Es un hecho, que este estado no nos llevará por buen camino, sino que puede desviarnos hacia lo incorrecto.
Y para usar nuevamente una poza es necesario retirar todo lo que contiene, para limpiarla y dejar que el sol seque todo lo que hay en el interior. Una vez limpia, puede ser nuevamente usada para retener agua para su uso.
Así mismo sucede en nuestras vidas; necesitamos sacar lo que nos está apartando de Dios, permitir que nos limpie a través del perdón, dejar que el Espíritu Santo expulse lo malo y nuevamente retomar nuestra comunión con Dios.Necesitamos ser transformados a diario. La Biblia dice en Romanos 12:2 “No os conforméis a este mundo, sino que transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
¡Limpiar tu poza! ¡Sal de tu estancamiento y retoma tu relación con Dios!, confiando en que esta oportunidad es para tu bien y el de las personas que te rodean, porque cuando alguien tenga sed podrás ser una fuente de agua viva y eficaz.
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