Daniel 6:10 “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes”.
Si hay algo que a la mayoría de personas en la iglesia no les gusta es la Oración. Pero no se trata de la oración que hacemos antes de comer, antes de levantarnos o al acostarnos, o esas pequeñas oraciones de bienvenida, ofrenda o despedida en nuestras congregaciones, sino de mantener realmente una vida de oración.
Orar es hablar con Dios, no con palabras de diccionario, sino hablar con Él como si habláramos con nuestro mejor amigo. ¿Cuántos de nosotros podemos pasar horas enteras hablando con nuestro mejor amigo?, ¿cuántos de nosotros podemos pasar horas, por no decir días enteros, hablando con la persona que nos gusta?; pues si podemos pasar mucho tiempo hablando con esta clase de personas, ¿por qué no dedicar también un buen tiempo para hablar con Dios?
¿Cuándo fue la ultima vez que oraste mas de media hora?, ¿y cuándo fue la última vez que gozaste de esa media hora de oración? Recuerdo que cuando tenia dieciséis años pasaba horas enteras arrodillado en mi cuarto orando, recuerdo que tenía una lista inmensa de peticiones y no podía pasar ningún día sin que clamara por ellas; por supuesto que ese período de oración lo aprovechaba al máximo, y es en ella donde encontré la victoria para mi vida en muchas facetas, ministerios y en mi vida personal.
Daniel es un ejemplo de un hombre entregado a una vida de oración. Consecuencia de esto es que Daniel fue un hombre que experimentó la bendición y el respaldo de Dios. ¿Cuántos de nosotros queremos ver cosas grandes en nuestro ministerio, cuando ni siquiera apartamos unos cuantos minutos para orar y contarle a Dios los grandes proyectos que tenemos?
Muchos anhelan cosas grandes, muchos quieren el respaldo de Dios, muchos andan buscando bendiciones, pero jamás encontrarán nada de eso si no comienzan a cultivar una vida de oración. No se trata de comenzar orando cinco horas, sino de comenzar el proceso de aprender a tener una vida de oración, o sea, puedes comenzar con cinco minutos, a los pocos días los puedes multiplicar a diez, al mes pueden ser veinte y así sucesivamente puedes ir aumentando tu tiempo de oración y cuando te quieras dar cuenta no te costará nada orar y tu oración será traducida en bendición.
Para obtener la bendición es necesario mantener una vida de oración. ¿Estás dispuesto a forjar en tu vida el habito diario de búsqueda del Señor? Si es así, bienvenido seas al área de bendición puesto que tu oración se traducirá en bendición.
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