-¿Muerte? ¿Cómo es eso?
Algo también sencillo de decir, pero vivirlo es un proceso doloroso y complejo; sin embargo, la muerte es lo que tenemos que experimentar todos los días de nuestra vida, mientras llega la hora de reunirnos con Papá Dios en las regiones celestiales.
Muchas personas dicen que saben, dicen que creen y que entienden el sacrificio que Jesucristo hizo en la cruz; pero entonces su “sabiduría” les lleva a ver ese momento sobrenatural como un evento más, religioso e histórico sin más. No obstante, todos los días encontraremos una nueva enseñanza que nos revela la sabiduría de este gran suceso divino; ¿por qué?, porque la mayoría decimos que somos cristianos, que creemos en Jesucristo como el Salvador de la humanidad, que somos nuevas criaturas porque un día hicimos una oración de fe y que es Él quien gobierna nuestras vidas, sin embargo a la hora de demostrarlo con los frutos, se puede evidenciar algo totalmente diferente a lo que Jesús quiere que vivamos; por ejemplo, no podemos decir que hemos nacido de nuevo si estamos llenos de orgullo, soberbia, odio, resentimiento, ira, enojo, irrespeto, chismes, envidia, mentira, avaricia, engaño, etc. ¿Cómo puede ser posible esta incongruencia?
El Señor quiere que nos entreguemos a Él como un sacrificio vivo y santo, cada día de nuestra existencia; esta es la verdadera forma de adorarle, no imitando las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejando que Dios nos transforme en personas nuevas, al renovar nuestra mente conforme su palabra; entonces todo lo que pensemos, hablemos y hagamos será conforme a su voluntad, que por cierto es buena, agradable y perfecta; por lo tanto lo que pensemos, hablemos y hagamos debe ser bueno, agradable y perfecto, no malo, odioso y destructivo. (Romanos 12:1-2).
Cuando estás dispuesto a morir para Jesucristo, significa que estás dispuesto a dejar de pecar, entonces decides dejar de ser el centro de atención y le das ese lugar a quien le corresponde, a tu Señor y Salvador; si eres irresponsable, dejas de serlo, si eres ladrón dejas de robar, si eres mentiroso dejas de mentir, si eres grosero dejas de serlo, si eres orgulloso te vuelves humilde, si eres rencoroso te vuelves amoroso, si eres adúltero o infiel no lo vuelves a ser, si eres fornicario decides guardarte para el Señor, si tienes vicios decides abandonarlos, si eres rebelde te vuelves manso y humilde, etc. El pecado es normal para el mundo, pero si hemos recibido a Jesucristo con seriedad en nuestra vida, entonces ya no pertenecemos a los del mundo y dejamos de hacer lo que ellos hacen, porque lo que hacen agrada a Satanás.
Nacer de nuevo requiere de nuestra muerte diaria al pecado y a la maldad, es una tarea constante y permanente, porque el pecado anda a nuestro alrededor acechándonos para atraparnos; pero si realmente nos confesamos a Jesucristo y creemos en Él como lo decimos, vamos a tomar dominio sobre el pecado y vamos a morir a la necesidad de pecar, aunque nos duela y nos cueste. Por lo menos, no se lo dejemos tan fácil al pecado y démosle guerra, o sea, que el Señor vea nuestro esfuerzo por no pecar, nuestras ganas de agradarle en todo y que sea Él quien nos dé el poder del Espíritu, para vencer a nuestra carne cada vez que pretenda levantarse; y si llega a levantarse, crucifiquémosla de nuevo en Cristo Jesús, para que cada día pierda mayor fuerza y seamos regidos por el Espíritu y no por nuestra naturaleza pecaminosa.
Unámomos en contra del pecado, oremos los unos por los otros para que nos fortalezcamos en el amor, la fe, el perdón, la justicia, la paz y la santidad que debemos ejercer como hijos de Dios. Cristo venció el pecado en la cruz, ahora nos toca a nosotros vivir conforme a su sacrificio y su resurrección, al participar de la nueva vida que nos concede por su infinita gracia y misericordia. Si vivimos para Él, también podremos experimentar su victoria, su resurrección, cada día de nuestras vidas.
“Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”. Gálatas 2:19b-20ª (Dios Habla Hoy).
¡Esforcémonos por agradar a Dios en todo, Él hará lo que es más difícil para nosotros “ayudarnos a morir al pecado”!
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