domingo, 22 de septiembre de 2013

¿Pedro o Judas? - Devocional - Vídeo

La Biblia nos relata la historia de dos personajes: Judas Iscariote y Pedro. Judas era uno de los apóstoles de Jesús y ejercía la función de tesorero del grupo. Era un hombre muy frío, rencoroso y vengativo. Además demostró su avaricia cuando María derramó un perfume muy caro a los pies de Jesús. Entonces Judas dijo:
¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. (Juan 12:3-6)
judasJudas fue el traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podrían encontrar a su Maestro. Él fue quien dirigió a los guardias que arrestaron a Jesús y con un beso les indicó quién era al que debían prender. Por su traición fue recompensado con treinta denarios. Al ver a Jesús apresado sintió culpa y remordimiento por lo que había hecho, pero en ningún momento se arrepintió de su pecado, y al no poder soportar el peso de la culpa, se suicidó.
Y Pedro, era un pescador a quien Jesús llamó para predicar el evangelio. Hombre impulsivo por naturaleza, tenía tendencia a actuar primero y preguntar después. Le superaban sus emociones y reaccionaba según su sentir. Tal es el caso, que cuando los soldados apresaron a Jesús, Pedro reaccionó cortándole la oreja a Malco, uno de los soldados.
Era tan emocional, que el día que Jesús iba a ser apresado le dijo: Señor, dispuesto a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y Jesús le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces. (Lucas 22:33-34).
Lamentablemente el día llegó. Pedro tuvo miedo de ser apresado y asesinado, y entonces le negó tres veces, tal como Jesús le había dicho. (Lucas 22:54-62)
Pero Pedro, a diferencia de Judas, se arrepintió de su pecado como dice en Lucas 22:62 “Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente”.
Pedro lloró amargamente como signo de vergüenza y arrepentimiento por lo que había hecho, traicionar a su mejor amigo, a su maestro.
Pero después de haber resucitado, Jesús se encontró con Pedro (Juan 21:15-17). Su intención no era reprocharle ni acusarle por haberle negado, sino llevar sanidad y restauración al corazón de un hombre que había fallado. Por tres veces consecutivas Jesús le pregunta, ¿Pedro me amas? Tres veces le había negado, pero ahora por otras tres afirmó su amor por Jesús. Había unos planes específicos para Pedro. Después de recibir al Espíritu Santo, el hombre temeroso se convirtió en un impactante predicador del Evangelio, ganando miles de almas en cada discurso y dispuesto si hiciera falta, a dar su vida en esta tarea.
Posiblemente alguna vez te has sentido como uno de estos personajes. Hay quienes, como Judas, saben que están obrando mal, pero no están dispuestos a dejar de lado el pecado. Otros en cambio, al igual que Pedro, sienten el dolor de haberle fallado a Dios, no esconden su pecado y van delante de Él con arrepentimiento clamando por su perdón. Esta actitud de él, tuvo su recompensa, pues no sólo fue perdonado y sanado de su culpa, sino que contra todos los pronósticos, Jesús decidió utilizarle para un plan mucho más grande, predicar su Palabra y apacentar sus ovejas.

Pedro había negado a Jesús en el momento que Él más le necesitaba, pero Él en vez de descartarle, le dio una nueva oportunidad incluyéndole en planes mucho más grandes.
Esto también es aplicable a tu vida. Puede que estés en pecado, que le hayas fallado una y mil veces a Dios, pero recuerda que Él no te descarta de sus planes, está esperando que vayas a su encuentro para poder sanar tu vida.
Anímate, no te auto-descartes porque Él aún te tiene en sus planes.

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