Sí, es cierto, a muchos nos pasa que cuando nos cierran una puerta, por algún motivo nos quedamos ahí, a veces llorando, a veces lamentando, otras más esperando que llegue a abrirse de nuevo; lo cierto es que lamentable o afortunadamente, hay puertas que ya no se abren, y es necesario ir en busca de una nueva y no quedarse ahí parado esperando que algo suceda.
La vida está llena de ciclos de los que hay mucho que aprender, y una de las cosas a aprender es saber que hay un tiempo de comenzar y un tiempo de terminar, que no se puede iniciar algo que antes no haya concluido, y que no todos los finales son malos a pesar de que por momentos lo parezca.
Pero, ¿qué hacer cuando una puerta se ha cerrado o cuando un ciclo ha terminado? Aunque tal vez duela, hay que aceptarlo, pero sobre todo apartar la vista de aquello que acabó para ir en busca de lo que está por comenzar; para avanzar es necesario dejar atrás lo que ya pasó, dejar de ser esa persona a la que le cerraron la puerta, saber reponerse y descubrir nuevas oportunidades.
No te entristezcas por lo que no pudo ser, que no te ciegue el dolor de lo que terminó porque no todo lo que acaba es un final, a veces sólo es el comienzo de algo mejor, en ocasiones es necesario experimentar límites para saber hasta dónde llegamos, para superar la marca de la vida y conocer nuestra verdadera capacidad.
Una puerta que se cierra no marca el final de la historia. La historia realmente termina cuando no hay más puertas que tocar, cuando no hay más oportunidades que aprovechar, cuando tus ojos deciden no buscar otro lugar. Quien verdaderamente pierde es aquel que decide no avanzar, y no importa si se va corriendo o caminando, si se va delante o detrás de los demás, simplemente hay que mantenerse... siempre avanzando.
No puedes quedarte detrás de la puerta cerrada llorando y pensando qué sería si las cosas no hubieran sucedido así, porque Dios tiene propósitos más grandes para tu vida, ¿Cuándo vas a comenzar a verlos? Así será cuando te decidas a salir adelante con la frente en alto, con la mirada al frente y listo para recibir nuevas oportunidades.
Puede que en este preciso momento las cosas no estén saliendo como quisieras, ¡pero confía!, que esto aún no ha terminado, no llores detrás de la puerta, no toques las puertas equivocadas, hay una puerta que abre todas las demás, y esa es Dios. Él es quien abre puertas que nadie puede, hacer caminos que nadie puede trazar y nuevas sendas por las cuales caminar.
Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta.
Lucas 11:9 (Nueva Versión Internacional)
No hay comentarios:
Publicar un comentario