Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, por que el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. Juan 15: 12-15 (Reina-Valera 1960).
¡Qué importantes son los amigos en nuestra vida! Se convierten en una compañía prácticamente indispensable, tanto que su influencia puede llegar a ser más fuerte que la de nuestra propia familia e incluso, ¡ojo!, "pueden ir en contra de Dios". En esta vida no puedes llamar amigo a todo al que está a tu lado, porque nunca terminaremos de conocer a las personas y muchas acaban decepcionándonos, nos dan la espalda cuando más lo necesitamos; todos hemos pasado por estas amargas experiencias, en las que la persona en quien más confiamos nos ocasiona un daño que nunca esperamos.
Qué bueno que en la vida no todo es malo, qué bueno que las cosas que nos pasan nos ayudan para bien, para aprender y ver en realidad con quien podemos contar. A veces te encuentras solo, vacio, con nadie con quien compartir, y puede que te pasara que siempre estás disponible para las personas que te rodean, pero cuando tú las necesitas no están, cuando esperas un consejo, una palabra de aliento, no encuentras quien te la dé,... y eso te hace sentir muy triste.
Aprendiendo de esta experiencia, nos damos cuenta de que al llegar a los caminos de Dios, nos encontramos con la agradable sorpresa de que no estamos solos, que hay alguien que siempre está a nuestro lado, que quiere ser nuestro amigo; a veces llegamos a sus pies gracias a estas experiencias tan amargas, pero cuando le conocemos, todo es tan diferente, tan admirable, que llegamos a conocer el significado de una verdadera amistad, o sea, cómo conocer a los verdaderos amigos, esos que están a las duras y a las maduras, apoyándonos, dándonos esas palabras de aliento que necesitamos. La verdad es que nunca antes imaginamos que podríamos tener no sólo unos grandes y buenos amigos, sino un excelente amigo que es Jesús, el mejor de todos, quien nos dejó al Consolador, al Espíritu Santo. No podemos hablar de amistad sin dejar de mencionarle, porque se ha convertido en lo más importante y fundamental en nuestra vida.
Tener una relación con Jesús va mas allá de esa persona a la que honramos y adoramos pero que a veces le dejamos de lado; pues realmente no debe ser así. Él desea que le contemos nuestras luchas, alegrías, tristezas, sueños, preocupaciones, ¿sabes por qué?, porque resulta que Él ya pagó en una cruz el precio por salvarnos y nos dio la garantía de que todo nos lo iba a dar si lo pidiéramos en su nombre.
Él quiere ser tu amigo, no existe otro igual, no te falla, no te traiciona, no te da la espalda, ni mucho menos te hace sentir mal, ni te hace quedar en vergüenza. Aunque le falles a diario en lo más mínimo, está contigo, aunque sientas que has defraudado esa amistad que tenías con Él, hoy tienes una nueva oportunidad para reconciliarte y que le busques, pues te perdonará y no importa lo que hayas hecho; miremos el caso de Judas, que a pesar de que Jesús sabía que le iba a entregar, en el momento en que llega a Jesús, aún así éste le llama AMIGO, ¨Y Jesús le dijo amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.¨ mateo 26:50 (Reina-Valera 1960).
Por eso Él manda que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado. Si ya le conocemos, y existe una gran amistad, compartamos esa experiencia y ese amor con los demás, como lo menciona la cita que está al inicio de este escrito; quien ama de verdad a su amigo se sacrifica por él, pues Jesús lo hizo en la cruz; nosotros, obviamente, no vamos hacer lo mismo de morir en la cruz, pero sí tenderle la mano a esa persona que está en una situación difícil, que hoy se siente desanimado. Hay que hacer cosas por nuestros amigos, demostrarles nuestro amor, y también dice que si hacemos eso seremos amigos de Jesús. Y nos da el enorme privilegio de tener una cercanía perfecta a Él; ya no nos llamará siervos sino amigos, porque nos ha mostrado la verdad y nos guía por el camino que le agrada a nuestro Padre celestial, llevándonos a cumplir ese propósito que Dios tiene para nosotros.
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