sábado, 28 de septiembre de 2013

No Es El Qué…Es El Cómo - Crecimiento personal-espiritual - Vídeo

David traía alimentos a sus hermanos al frente de batalla cuando vio a Goliat. No pensaba en convertirse en un héroe, simplemente tomó la oportunidad con la que otros soldados sólo soñaban.
Las oportunidades nos tomarán por sorpresa y si no estamos alerta y preparados, las dejaremos pasar. Lo que los demás descubrieron, como David aquel día, había estado allí todo el tiempo.
Sí, porque si somos líderes, ya poseemos el talento necesario para dirigir. Pero nos falta el valor, que es lo que nos establecerá como líderes frente a los demás. Tengamos presente que la gente que más veneramos demuestran el valor en todas las luchas, en la reunión de la Junta para defender a los indefensos, o simplemente para intentar lo que nadie más pensó posible.
Pero claro, parafraseando podríamos decir: “¡Es que yo no tengo el arrojo, no tengo el dinero, no tengo con qué! No nos preocupemos: el capital sigue al valor. El “qué” siempre precede al “cómo”, pero este es lo verdaderamente importante. No seamos intimidados por los números, por la dificultad, Dios no es movido por hojas de cálculos y condiciones del mercado… es movido por la fe.
No dejemos que el “cómo” nos intimide. Pensemos que cuando el “cómo” se muestra tan desafiante, es cuando nos provee de una gran oportunidad. Si el camino al éxito estuviese bien alumbrado, ya estaría abarrotado. Si el “cómo” no fuese un problema, algún otro ya lo habría resuelto.
Todo progreso comienza con una pregunta: “¿Qué necesita para ser hecho?”  Y luego otra pregunta… ¿y por qué no nosotros? El futuro le pertenece a aquellos que tienen el valor de hacer esa primera pregunta y la fe para perseverar hasta descubrir la respuesta. Cuando los obstáculos se ven demasiado grandes y la oposición demasiado fuerte, detengámonos firmes en esta Escritura: “No temamos ni desmayemos… porque hay un poder mayor en nosotros que en él”.
Este pensamiento nos llena de entusiasmo y santa expectativa por lo que Dios quiere y puede hacer a través de cada uno de nosotros, si tan sólo nos ponemos en Sus manos.
Es realmente encantador el hecho de que a Dios no le impresionan ni los números ni las circunstancias que pudieran rodearnos en algún momento, sino que actúa en base a nuestra fe.
Armémonos de valor y fe, creámosle al Señor que no sólo nos creó sino que también nos salvó con propósito y atrevámonos a ser todo lo que Él nos diseñó para ser.
Adelante y bendiciones.

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