En medio de las crisis de la vida se experimenta dolor del alma y ésta nos lleva a buscar respuestas.
María me compartía el dolor de su alma por la ausencia de su esposo. Este hombre se había ido de su casa dejándola sola con sus hijos, para aventurarse con otra mujer. Ella no podía dormir y el dolor de su alma era intenso, derramando lágrimas sin cesar, pero descubrió que llorar, aunque le hizo bien, no era suficiente consuelo, y tomó además la decisión de ir a Dios y buscar el Suyo.
María me compartía el dolor de su alma por la ausencia de su esposo. Este hombre se había ido de su casa dejándola sola con sus hijos, para aventurarse con otra mujer. Ella no podía dormir y el dolor de su alma era intenso, derramando lágrimas sin cesar, pero descubrió que llorar, aunque le hizo bien, no era suficiente consuelo, y tomó además la decisión de ir a Dios y buscar el Suyo.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 2 Corintios 1:3,4.
Muchas veces nuestra alma duele por diversos motivos: cuando muere un ser querido, cuando el dictamen médico dice que tienes una enfermedad incurable, cuando perdemos el trabajo, cuando nos insultan, nos rechazan, hablan mal de nosotros mintiendo, cuando las cosas no nos salen bien, cuando nos sentimos impotentes ante una situación... Y nos preguntamos: ¿hasta cuándo durará este dolor del alma?
¿Pero sabías que las lágrimas limpian los cristales del alma y que llorar es terapéutico, que tiene efectos sanadores, liberadores? Es bueno llorar, pero todo tiene su tiempo. Hoy necesitas pararte y reconocer que no estás sola(o). El Señor te dice: Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú que temes al hombre mortal, y no al hijo del hombre, que como hierba es tratado?
Un día Jesús se encontró a una mujer que iba rumbo al cementerio, llevando en la urna a su único hijo. Lloraba con un profundo dolor por esa pérdida irreparable para ella. Al verla, Jesús tuvo compasión de ella y le dijo: No llores. Lucas 7:13,14.
¿Qué se te ha muerto? Jesús te dice: Ya no llores más, Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto,vivirá.
¿Cuál es el dolor de tu alma?
Además de tus sufrimientos, hay muchos que tienen un dolor en su alma, y podemos llorar también con ellos y por ellos.
Además de tus sufrimientos, hay muchos que tienen un dolor en su alma, y podemos llorar también con ellos y por ellos.
¿No he llorado por aquél cuya vida es difícil? ¿No se angustió mi alma por el necesitado? Job 30:25.
Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. Isaías 40:1.
Llora y desahógate, pero también llora con los que lloran y dales tu consuelo.
Dios te bendiga.
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