Hay momentos en la vida en los que aparecen gigantes que intentan atemorizarnos. Pueden ser deudas, enfermedades, crisis familiares o relacionales.
El temor intenta atraparnos y hacernos retroceder.
David se enfrentó al gigante Goliat, pero él sabía que el Dios a quien amaba era mucho más poderoso que ese gigante.
Tomó su bastón, fue al río a escoger cinco piedras lisas, y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano, se acercó al filisteo. 41 Éste, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero. Le echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, trigueño (entre moreno y rubio) y buen mozo, con desprecio le dijo:
—¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos?
Y maldiciendo a David en nombre de sus dioses, 44 añadió:
—¡Ven aquí, que les voy a echar tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo!
45 David le contestó:
—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor, y él les entregará a ustedes en nuestras manos.
En cuanto el filisteo avanzó para acercarse a David y enfrentarse con él, también éste corrió rápidamente hacia la línea de batalla para hacerle frente. Metiendo la mano en su bolsa sacó una piedra, y con la honda se la lanzó al filisteo, hiriéndole en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo. Así fue como David triunfó sobre el filisteo: le hirió de muerte con una honda y una piedra, sin empuñar la espada. Luego corrió adonde estaba el filisteo, le quitó la espada y, desenvainándola, le remató con ella y le cortó la cabeza.
Cuando los filisteos vieron que su héroe había muerto, salieron corriendo. Entonces los soldados de Israel y de Judá, dando gritos de guerra, se lanzaron contra ellos y les persiguieron hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Todo el camino, desde Sajarayin hasta Gat y Ecrón, quedó regado de cadáveres de filisteos. Cuando los israelitas dejaron de perseguir a los filisteos, regresaron para saquearles el campamento. Luego David tomó la cabeza de Goliat y la llevó a Jerusalén, pero las armas las guardó en su tienda de campaña. 1 Samuel 17: 40-54
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