sábado, 7 de septiembre de 2013

Aprendiendo de los errores - Devocional

Sería genial que nunca nos equivocásemos, sería muy bueno, pero eso es imposible…

“Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saque una lección”. Proverbios 24:32 (NVI)
Todos los seres humanos nos equivocamos, absolutamente todos pecamos y cometemos errores, no hay ninguna persona en este mundo que pueda decir -¡yo nunca me equivoqué, yo nunca cometí un error!
La Biblia nos dice que todos somos pecadores, y debido a esa naturaleza es por lo que nos equivocamos y cometemos errores, unos más graves o con mayores consecuencias que otros, pero en fin,... todos nos hemos equivocado alguna vez.
Seria genial que nunca nos equivocásemos, sería muy bueno, pero eso es imposible...Sería genial que nunca nos equivocásemos, sería muy bueno, pero eso es imposible, por el simple hecho de que somos personas y nuestro corazón está inclinado al mal y al error. Pero aun así, como dice la frase popular, "de los errores se aprende", y es importante que a pesar de que nos equivoquemos, saquemos una lección de eso.
Vamos a considerar tres cosas muy importantes que debemos tener en cuenta cuando nos equivocamos.
La primera y principal, la más importante, es clamar por el perdón de Dios. A veces nos equivocamos de tal forma, pecamos tan cruelmente contra Dios, que sentimos que no somos merecedores de su perdón, pero aun así Dios está siempre dispuesto a escucharnos cuando clamamos humillados ante Él, con un corazón arrepentido.
David fue un rey que tuvo muchos errores, y pecados terribles, como el adulterio y el homicidio, pero aun así, Dios le dijo: -David, hombre conforme al corazón de Dios, ¿por qué? David, después de cometer aquel pecado, sintió un profundo pesar en su corazón, y con lágrimas, humillado ante Dios, clamó por su perdón, y Dios, que es grande en misericordia, le perdonó.
Cada vez que te equivoques, cada vez que cometas pecado, cada vez que tomes una mala decisión, clama a Dios como lo hizo David y pídele que te perdone, y Él lo hará.
“Ten compasión de mi, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones, lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado” Salmos 51:1-2 (NVI)
Lo segundo que tenemos que tener en cuenta, es aprender de nuestros propios errores. Es importante que si nos equivocamos aprendamos de esa experiencia, para que no volvamos a cometer el mismo error o el mismo pecado. Y para que no persistamos en lo mismo, roguemos a Dios que nos ayude para no volver a hacerlo.
Seamos prudentes; esta palabra, prudencia, quiere decir “parar y pensar”. Ante una situación en la que nos hayamos equivocado, en la que hayamos pecado o tomado una mala decisión, parémonos y pensemos. Analicemos la situación y veamos qué fue lo que nos llevó hasta allí, qué actitudes estuvieron mal para evitarlas la próxima vez. De los errores se aprende, analiza la situación y aprende de ella. Examínate cada día a ti mismo, a la luz de la palabra de Dios.
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” 2 Corintios 13:5
Lo tercero que vamos a tener en cuenta es aprender de las experiencias de los demás. Un sabio dijo “guardé en mi corazón lo observado y de lo visto saqué una lección”; qué importante es esto de observar a los demás. Si conoces a una persona que haya cometido un determinado pecado o que haya tomado una mala decisión, y si viste en su vida las consecuencias de sus acciones, no esperes a hacer lo mismo, aprende de eso que has observado y saca una lección para tu vida, para no cometer el mismo error. ¡Ojo!, no le juzgues, más bien ayúdale, ora por esa persona, pero aprende de ella, aprende de lo que observas en los demás, de los errores se aprende.
Recuerda, Dios no quiere que te equivoques, pero errar es humano y seguramente alguna vez cometeremos alguna falta. Cuando lo hagas, recuerda primeramente clamar a Dios por su perdón, no te quedes nunca en esa condición, humíllate ante Dios y ruega siempre cada día por su perdón, examínate a ti mismo y aprende de lo observado.
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” Salmos 51:10
¡AYÚDANOS DIOS, A APRENDER DE NUESTROS ERRORES, Y DE LOS DEMÁS, LIMPIA Y RENUEVA CADA DÍA NUESTRO CORAZÓN!

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