Una vez, un joven estudió violín con un maestro de renombre mundial. Trabajó duramente durante varios años para perfeccionar su talento, y al fin llegó el día en que se le pidió que diera su primer recital en público, en la ciudad donde vivían ambos, él y su maestro.
En el cierre del último número los aplausos fueron estruendosos y se escucharon numerosos "bravos". No obstante, el talentoso joven violinista tenía sus ojos fijos en un solo lugar. Al fin, cuando un anciano en la primera fila de la balconera sonrió y asintió con su cabeza en señal de aprobación, el joven se calmó, aliviado y gozoso.
¡Su maestro había alabado su trabajo! Los aplausos de miles de oyentes no significaron nada hasta que él ganó la aprobación del maestro.
¿A quién intentas agradar hoy? Nunca podrás agradar a todos, pero sí a Aquel que es más importante, tu Padre Dios. Mantén tus ojos en Él y no fracasarás.
Perdonar quiere decir ceder tu derecho de castigar a otra persona.
Gálatas 1:10
¿Busco ahora el favor de los hombres o el de Dios?
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