Si hasta este momento habías estado preso de desalientos, aflicciones, confusiones, desánimos e incertidumbre, ¿qué tal si oramos?
Alentar a los demás es muy necesario, pero hay algo más difícil y un poco complicado, y es alentarnos a nosotros mismos en los momentos que no hay nadie que lo haga, en los momentos en los que nos sentimos desconsolados, tristes, abatidos, solos y que nadie nos comprende; es allí donde juega un papel importante la evangelización de nuestra alma.
Salmos 42:11 “¿Por qué te abates, oh alma mía y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”
Déjame decirte que la mejor manera de que tu alma se levante de ese estado en el cual ha caído, no es a través de responder con la misma moneda, o guardando odio, o haciendo cosas que no van conforme a lo que Dios ha dicho; la mejor forma de que tu alma se recupere es recordándole a esa persona que Dios es su salvación y que es necesario que espere en Él.
Lo importante no es si caíste en ese estado, lo que realmente interesa es que te apresures a salir de él. Muchas personas están desconsoladas y abatidas pero se consuelan con el cheque de la semana, con una relación sexual, con fumar un cigarrillo o con tomar alcohol, pero ese consuelo es pasajero, ya que una vez pasa el efecto de lo que hicieron se apodera de ellos un vacío y depresión más fuerte que antes. Por ello, hermano(a) en la fe, este es el momento en el que te invito a que le recuerdes a tu alma, que su salvación viene de Dios y que por lo tanto debe esperar en Él.
Por más duro que sea tu presente y por más abatida que pueda estar tu alma en este momento, puedes recibir un consuelo que no se acaba y ese únicamente lo sabe dar Dios.
Aunque tu alma tenga miles de razones por las que estar abatida, dile que debe esperar en Dios ya que Él no desampara a ninguno de los suyos. Si hasta este momento habías estado preso de desalientos, aflicciones, confusiones, desánimos e incertidumbre, ¿qué tal si oramos?:
Padre Nuestro que estás en los cielos, en este momento me vuelvo a ti, y así como David le decía a su alma, de igual forma lo hago a la mía, ¿por qué te abates alma mía y por qué te turbas dentro de mi? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Gracias te doy Dios, porque me levanto, en el Nombre Poderoso de Jesús Amén.
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