lunes, 26 de agosto de 2013

¡Por qué te abates, oh Alma Mía! - Devocional - Vídeo

Si hasta este momento habías estado preso de desalientos, aflicciones, confusiones, desánimos e incertidumbre, ¿qué tal si oramos?
Alentar a los demás es muy necesario, pero hay algo más difícil y un poco complicado, y es alentarnos a nosotros mismos en los momentos que no hay nadie que lo haga, en los momentos en los que nos sentimos desconsolados, tristes, abatidos, solos y que nadie nos comprende; es allí donde juega un papel importante la evangelización de nuestra alma.
Salmos 42:11 “¿Por qué te abates, oh alma mía y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”
¿Alguna vez le has preguntado a tu alma por qué te abates alma mía y por qué te turbas dentro de mí, como lo hizo David y como cientos de personas lo han hecho?; quizás en el presente te han venido sentimientos de abandono, de confusión y tu interior ha entrado en una crisis. Crisis que ha apresado a tu alma, y la misma se siente abatida y turbada por esa noticia no muy agradable que te dio aquella persona que te engañó, por aquel ser que te clavó una puñalada por la espalda, por metas que no has alcanzado, o por cosas a las cuales no sabes como darle solución.
Déjame decirte que la mejor manera de que tu alma se levante de ese estado en el cual ha caído, no es a través de responder con la misma moneda, o guardando odio, o haciendo cosas que no van conforme a lo que Dios ha dicho; la mejor forma de que tu alma se recupere es recordándole a esa persona que Dios es su salvación y que es necesario que espere en Él.
Lo importante no es si caíste en ese estado, lo que realmente interesa es que te apresures a salir de él. Muchas personas están desconsoladas y abatidas pero se consuelan con el cheque de la semana, con una relación sexual, con fumar un cigarrillo o con tomar alcohol, pero ese consuelo es pasajero, ya que una vez pasa el efecto de lo que hicieron se apodera de ellos un vacío y depresión más fuerte que antes. Por ello, hermano(a) en la fe, este es el momento en el que te invito a que le recuerdes a tu alma, que su salvación viene de Dios y que por lo tanto debe esperar en Él.

Por más duro que sea tu presente y por más abatida que pueda estar tu alma en este momento, puedes recibir un consuelo que no se acaba y ese únicamente lo sabe dar Dios.
Aunque tu alma tenga miles de razones por las que estar abatida, dile que debe esperar en Dios ya que Él no desampara a ninguno de los suyos. Si hasta este momento habías estado preso de desalientos, aflicciones, confusiones, desánimos e incertidumbre, ¿qué tal si oramos?:
Padre Nuestro que estás en los cielos, en este momento me vuelvo a ti, y así como David le decía a su alma, de igual forma lo hago a la mía, ¿por qué te abates alma mía y por qué te turbas dentro de mi? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Gracias te doy Dios, porque me levanto, en el Nombre Poderoso de Jesús Amén.

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