Sin embargo, el pecado, que permanece en nuestras vidas, algunas veces requiere de la disciplina de Dios. Si continuamos actuando de manera pecaminosa y no nos arrepentimos y renunciamos a ese pecado, Dios comienza a aplicarnos Su disciplina divina. Si no lo hiciera, Él no sería un Padre cuidadoso y amoroso. Así como disciplinamos a nuestros hijos por su propio bien, así también nuestro amoroso Padre celestial corrige a Sus hijos por su propio beneficio. Hebreos 12:7-13 nos dice, “Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.”
Necesitamos recordar que el pecado es una constante en nuestras vidas mientras todavía estamos en el mundo (Romanos 3:10, 23) Por lo tanto, no sólo tenemos que lidiar con la disciplina de Dios por nuestra desobediencia, sino que también tendremos que lidiar con las consecuencias naturales resultantes del pecado. Si un creyente roba algo, Dios le perdonará y le limpiará del pecado de robo, restaurando su compañerismo entre Él mismo y el ladrón arrepentido. Sin embargo, las consecuencias sociales del robo pueden ser severas, desde multas hasta encarcelamiento. Estas son consecuencias naturales del pecado y deben ser soportadas. Pero Dios trabaja, incluso a través de esas consecuencias, para incrementar nuestra fe y glorificarse a Sí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario