“Además, yo estoy contigo y te protegeré dondequiera que vayas. Llegará el día en que te traeré de regreso a esta tierra. No te dejaré hasta que haya terminado de darte todo lo que te he prometido.”
Génesis 28:15 (Nueva Traducción Viviente).
Cuando Jacob salió de su hogar, lo hizo huyendo de su hermano, con incertidumbre respecto a su futuro y con tan solo un bastón como posesión. Pero en el camino se encontró con el SEÑOR y éste le bendijo. Esa bendición tuvo trascendencia. A Jacob le fue dada una gran familia, bienes en abundancia y sobre todo, DIOS mismo, que le transformó de alguien que huía a un patriarca.
Cuando Jacob cruzó el Jordán de regreso a su tierra, le dio la gloria a DIOS.
“No soy digno de todo el amor inagotable y de la fidelidad que has mostrado a mí, tu siervo. Cuando salí de mi hogar y crucé el río Jordán, no poseía más que mi bastón, ¡pero ahora todos los de mi casa ocupan dos grandes campamentos! “ Génesis 32:10 (Nueva Traducción Viviente).
De la misma manera, el creyente debe reconocer todo el bien que DIOS ha hecho en su vida desde que Jesús le salvó. Reconocer lo poco o nada que tenía en sus manos cuando clamó para que Jesús le redimiera. Muchos llegaron a los pies de Cristo cargando sólo problemas o aflicciones, cargando con ataduras que mantenían cautivas sus almas, con enfermedades que eran irreversibles, o con deudas. Pero después de que DIOS les bendijera, todo aquello fue quitado y recibieron mucho más de lo que esperaban.
El creyente debe mantener siempre presente en su corazón todo el bien que el SEÑOR le ha hecho y recordar cuál era el “bastón” que le sostenía antes de ser bendecido por Jesús.
Si has sido salvo por Jesús, seguro que te ha hecho bien en abundancia. Y así como a ti te lo prometió, también hará conmigo todo lo que te ha dicho, y hecho. No permitas que exista desánimo en tu corazón cuando aún no veas cumplido lo que esperas. En el momento preciso, en el momento de DIOS, lo recibirás.
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