Cuando algo duele o es difícil de dejar a un lado es porque vamos por el camino correcto, o lo que es lo mismo: cuando me comienzo a negar a mí mismo, a no hacer lo que yo deseo para hacer lo que Dios quiere que haga, sí, humanamente me dolerá, pero lo que humanamente me duele espiritualmente me funciona.
Por ejemplo: cuando hace mucho tiempo que no practicamos ejercicio y un día decidimos hacerlo, al día siguiente seguro que sufriremos dolores musculares porque nuestro cuerpo no está acostumbrado al ejercicio, pero ese dolor que sentimos es señal de que estamos ejercitando esas partes de nuestro cuerpo que lo necesitaban. Otro ejemplo: cuando llevamos a nuestros hijos al pediatra y este nos sugiere que es necesario ponerle una vacuna para prevenir cierta enfermedad, a pesar de que nos duele ver a esa “enorme” aguja pinchando a nuestros hijos, sabemos que es por su bien; ellos seguramente llorarán y nosotros sentiremos un dolor indescriptible, pero eso que duele en su momento, será de provecho en un futuro.
Hay cosas que deberían dolernos pero no nos duelen, y cuando algo no nos duele es porque a lo mejor estamos acomodados a ello o simplemente no hemos prescindido de eso como se tiene que hacer.
Hay decisiones que tenemos que tomar en nuestra vida que son dolorosas, pero que al final serán de provecho para nosotros mismos.
Por ejemplo: una relación de noviazgo en donde sólo hay peleas y maltratos verbales, a tal punto que la situación es irreversible; por mucho que piensas que “quieres” a esa persona, lo ideal es terminar esa relación, que lejos de bendecirte te está llevando al fracaso, tanto sentimental como espiritualmente. La decisión es dolorosa, pero es por tu bien.
Otro ejemplo: una amistad que en vez de edificarte te está motivando a hacer el mal. Por mucho que “aprecies” esa “amistad”, si lejos de ayudarte en algo te pervierte o motiva a hacer el mal, entonces sabes bien que tienes que dejarla a un lado y buscar nuevas amistades. Seguramente esa decisión es dolorosa, pero es lo mejor para ti.
Y otro ejemplo: hijos que le han perdido el respeto a sus padres; tú, como padre, tienes que tomar tu posición de padre y corregir a tus hijos, no importando la edad que tengan. Tal vez las decisiones o las correcciones que tengas que usar sean dolorosas para ti pues nunca has querido ser duro con tus hijos, pero si es por el bien de ellos es necesario.
Y, relaciones de “amistad romántica” que te están llevando poco a poco a pensar en caer en pecado. Esa “amistad”, con la que hay una confianza tal que, sin darte cuenta, la tratas como a tu esposa o novia sin serlo. Humanamente hablando a nuestra carne le agrada, sin embargo sabemos que a Dios no. Es necesario dejar esas “amistades con derecho”, y aunque tu carne diga no, tú sabes que tu espíritu te motiva a hacer lo correcto.
¿Qué es lo que sabemos que tenemos que hacer y no lo estamos haciendo? ¿Qué cosas nos causan dolor dejar y por eso no queremos hacerlo?
Si algo que es malo te causa dolor pensar en dejarlo, es porque es necesario hacerlo. ¡Tienes que dejarlo!, porque todo aquello que es malo para ti no tendrá un buen final.
Hablando de esto Jesús dijo lo siguiente:
“Si lo que ves con tu ojo derecho te hace desobedecer a Dios, es mejor que te lo saques y lo tires lejos. Es preferible que pierdas una parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Si lo que haces con tu mano derecha te hace desobedecer, es mejor que te la cortes y la tires lejos. Es preferible que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo se vaya al infierno.”
Mateo 5:29-30 (Traducción en lenguaje actual)
Obviamente no estamos hablando de un sentido físico, sino más bien de lo doloroso que es hacer lo correcto, pero que al mismo tiempo es lo mejor para nosotros.
También dijo estás palabras:
Después Jesús les dijo a todos los que estaban allí:
“Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que olvidarse de hacer lo que quiera. Tiene que estar siempre dispuesto a morir y hacer lo que yo mando. Si alguno piensa que su vida es más importante que seguirme, entonces la perderá para siempre. Pero el que prefiera seguirme y elija morir por mí, ése se salvará. De nada sirve que una persona sea dueña de todo el mundo, si al final se destruye a sí misma y se pierde para siempre.”
Lucas 9:23-25 (Traducción en lenguaje actual)
La mejor interpretación de estas frases es la misma Palabra que Jesús dijo. No hay que darle vueltas al asunto, es tan fácil como dejar de hacer lo que yo quiero para hacer lo que Dios quiere, y la pregunta es:
¿Queremos dejar de hacer lo que queremos para hacer lo que Dios quiere?
Te invito a reflexionar sobre aquellas cosas que no son de provecho para tu vida y que te duele dejar. Sí, esas áreas de tu vida en las que, repetidas veces, Dios te ha hablado, esas cosas que sabes que tienes que dejar o hacer a un lado y hasta la fecha no has querido. ¿Cuánto más vas a esperar para hacer lo que es correcto? ¿Te duele hacerlo?, pues si te duele es porque es correcto.
Todo aquello malo que haces y que te duele dejar de hacer, es lo que realmente tienes que dejar, es lo que Dios está demandando de ti. Lo que duele es lo que me llevará a alcanzar la victoria, las cosas fáciles que no duelen no tienen un gran mérito, pero las cosas difíciles y que no quisiéramos dejar, pero que las dejamos, ésas sí tienen un mérito verdadero, porque es cuando estás haciendo la voluntad de Dios, es allí en donde estás negándote a ti mismo para rendir tu voluntad a Dios.
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