“Esto dice el Señor: Iré delante de ti, Ciro, y allanaré los montes; echaré abajo las puertas de bronce y cortaré las barras de hierro. Te daré tesoros escondidos en la oscuridad, riquezas secretas.
Isaías 45:2-3 Nueva Traducción Viviente (NTV)
A pesar de que Su pueblo pecó contra Él y por ello fue enviado a cautiverio, el SEÑOR le seguía viendo como el tesoro más preciado en manos de los babilónicos. Es normal que los tesoros más grandes estén resguardados por las puertas más resistentes o en lugares escondidos donde no todos se atreven a entrar. Y en este caso, el tesoro de DIOS estaba resguardado por el imperio babilónico, el más temido de la época. Hasta que el SEÑOR levantó a alguien muy grande para rescatar a Su pueblo, a Ciro, rey de Persia. Y al hacerlo, Ciro consiguió que los exiliados volvieran a Jerusalén.
De la misma manera, el enemigo aprisionó al hombre en la muerte y el pecado. Pero mucho después de la creación de DIOS, Jesús, que tiene todo el poder, fue enviado para quebrantar el yugo del diablo en aquellos que le reconozcan como el Hijo de DIOS y como su salvador personal. Jesús derramó Su sangre por, lo que para Él, es el tesoro más valioso, las almas.
Así como Jesús vio en ti el tesoro más valioso y te rescató de tu cautiverio, de la misma manera Él quiere usarte para llevar libertad donde hay esclavitud y esperanza donde hay quebrantamiento. Él ya derrotó al enemigo, derribó con el derramamiento de Su sangre toda fortaleza que el diablo pudiera tener, para rescatar Su preciado tesoro.
“Los sacó de la oscuridad y de la profunda penumbra; les rompió las cadenas. Que alaben al Señor por su gran amor y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos. Pues rompió las puertas de bronce de su prisión; partió en dos los barrotes de hierro.”
Salmos 107:14-16 Nueva Traducción Viviente (NTV)
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