Muchas personas dicen o aseguran no haber visto nunca un milagro. El mundo y los medios de comunicación han hecho creer a la gente que los milagros tienen que ser algo muy trascendental y extraordinario, algo que nadie espera.
Un ejemplo claro está en cuando piensan que estar en esta tierra o ver nacer un bebé es algo normal y natural, que no tiene una mayor trascendencia. Reconocen tan sólo el milagro de un nacimiento, cuando el médico dice que el embarazo corría riesgo y que sólo un milagro podría hacer que llegase a término. Y no nos percatamos de que la vida en sí misma es ya un milagro, pues a pesar de realizar diversos estudios durante la gestación, no existe una seguridad completa de que el embarazo llegue a término y bien,... que todo podría pasar.
Cada uno de nosotros fue creado por las manos de Dios y ya somos un milagro sólo por el hecho de haber nacido en esta tierra.
Los problemas, las pruebas, las malas experiencias con algunas personas, tal vez hagan que creas que tu vida no vale nada o que no deberías estar vivo porque fracasaste en algo. Te lastimaron o no encuentras el rumbo que debes seguir, pero, ¿crees que Dios se equivocó al crearte? No, Dios es perfecto y todo lo que crea lo hace con amor y con un fin. Él sólo crea lo que quiere crear.
Para poder encontrar el propósito de tu vida y poder ver las maravillas que Dios quiere hacer en ella, debes valorarla, valorar tus características, incluso tus debilidades, pues Dios se glorifica en ellas. Deja de mirarte como los demás te ven y empieza a hacerlo como Dios lo hace, con mucho amor.
“Tú formaste mis entrañas; me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras; estoy maravillado y mi alma lo sabe muy bien. Salmos 139:13-14
Abre los ojos, mírate, los milagros se valoran y agradecen, tú eres uno, piensa bien ¿qué es lo que deseas hacer con el milagro que Dios hizo?
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