sábado, 31 de agosto de 2013

El Diezmo - Finanzas - Vídeo

“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3.10). 
Este es un privilegio que tenemos los hijos de Dios, y aquellos que todavía no lo son no deben sentirse obligados a practicarlo. La Biblia enseña que traigamos todos los diezmos al alfolí para que se pueda desarrollar la obra del Señor a través de su Iglesia.
El diezmo nos iguala a todos, ya que aunque daremos distintas cantidades según nuestros ingresos, todos estaremos haciendo el mismo esfuerzo al dar todo lo que podemos.
Los programas que una congregación desarrolla requieren recursos y Dios, que en su amor nos provee de todo, nos permite poder sembrar una parte para la extensión de su Reino. Entre esos programas tenemos:
  • Evangelizar
  • Misionar
  • Enseñar
  • Asistir a los necesitados
Esto se debe hacer de forma indefectible, como lo enseña Deuteronomio 14.22Indefectiblemente diezmarás de todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año.
Esto sigue vigente en estos días, como lo enseña Jesús en Mateo 23.23¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. 
Cuando actúas con obediencia, el primer bendecido eres tú y tu familia, ya que Dios promete abrir la ventana de los cielos y derramar bendición hasta que sobreabunde en tu vida.
Cuando tú participas de este acto de adoración en tu congregación, permites que ésta desarrolle su misión en la Tierra, y por eso el diezmo debe ser consagrado para desarrollar la misión de la iglesia y no para algo específico, que para esto sí se entiende el ofrendar.
No olvides que Dios ama al dador alegre, por eso a la hora de consagrar tus diezmos al Señor hazlo con alegría, recordando que cuando el Señor te pide algo, no es para dejarte con menos sino para ponerte sobre más.
Experiméntalo y comprobarás que rinde más el 90% del dinero con la bendición de Dios, que el 100% en desobediencia.
Bendita tu vida para que puedas desarrollar fidelidad al Señor con lo que Él te da, para que las ventanas de los cielos sean abiertas sobre ti y tu familia, y sean derramadas bendiciones hasta que sobreabunden.

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