martes, 30 de julio de 2013

Vergüenza: La mentira del diablo - Devocional

La voluntad de Dios es que cada uno de nosotros le busquemos diariamente, que le hagamos el centro de nuestra vida y que diariamente reconozcamos nuestra necesidad inmediata de Él. Sin embargo, a diferencia de Dios, el enemigo de nuestras almas quiere totalmente lo contrario, por lo que usará cualquier medio que se le presente para hacer que nos alejemos de Dios y una de sus formulas favoritas es La vergüenza.
Cuando me refiero a la vergüenza, en especial me quiero referir al sentimiento o reacción que nos provoca haber fallado a Dios, independientemente de la forma que lo hayamos hecho. Porque sentir vergüenza es aquella sensación que nos quiere evitar acercarnos a Dios o pedirle perdón, porque nos hace sentirnos, sucios, hipócritas, malos, etc. Entonces nos da vergüenza ir nuevamente a pedir perdón a Dios por lo mismo, por aquello que ya en innumerables ocasiones le hemos pedido.
¿Está mal que nos dé vergüenza? Definitivamente no está mal, al contrario, eso habla de que en ti aún está activo el Espíritu Santo que es quien te redarguye y te hace sentir que lo que hiciste estuvo mal. Lo que sí estaría mal realmente es que fallaras a Dios y no sintieras ni una pizca de vergüenza por lo que hiciste, ¡Eso sí que no es normal!
Donde existe el problema de verdad es en permitir que esa vergüenza te aleje de Dios, allí sí existe un problema. Porque nada ni nadie tiene que impedirte el hecho de acercarte a Dios, aunque sientas que eres el más pecador de los pecadores.
A pesar de tu vergüenza y de que muchas veces optas por alejarte de Dios en lugar de acercarte a Él por ese sentimiento, Dios sigue insistiendo en buscarte; lo vemos desde el inicio de la creación, cuando Adán y Eva pecaron contra Él: “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.” Génesis 3:9-10 (Reina-Valera 1960). El pecado desde un inicio causa vergüenza, y esa vergüenza es provocada por el hecho de que al pecar hemos quedado expuestos en nuestra naturaleza, pero lamentablemente esa misma vergüenza, en vez de buscar de Dios nos hace escondernos de Él.
Y es que mi prejuicio sobre ¿qué dirá Dios de mi falta? me lleva a pensar que Dios se ha cansado de mí, que Dios ya se aburrió de mis repetidos fallos o que Dios está a punto de desecharme. Por eso mismo, muchas veces optamos por alejarnos en lugar de buscarle.


Cuando en lugar de buscar a Dios, decidimos, orientados por la vergüenza, alejarnos de Él, el enemigo se siente satisfecho de su trabajo, porque precisamente es el enemigo el que coloca en nuestra mente esos pensamientos que nos provocan alejarnos de Dios. Dios nunca te dirá que eres un fracasado, que no eres bueno para nada, que eres un hipócrita de primera, que eres un caso perdido. ¡No!, esa no es la voz de Dios, Dios jamás te diría algo que en vez de animarte te desanime, sus palabras siempre son llenas de amor, llenas de ánimo, de confianza, de fe, de restauración, ¡Nunca de derrota!
Cuando a tu mente vengan pensamientos que te lleven a sentir tal vergüenza que consigan alejarte de Dios o tengan esa intención, entonces rápidamente debes darte cuenta que esos pensamientos no son de Dios y que jamás serían producidos por Él. Dios siempre quiere lo mejor para ti y parte de eso es que al fallar tú puedas reconocer humildemente tu error, buscarle para fortalecerte y evitar tropezar de nuevo.
¿Tú crees que Dios se sorprende cuando fallas? ¿Crees que para Él es algo que nunca pensó que ocurriría contigo?, ¡no! Dios lo sabía, Él sabía que ibas a fallar, y sin embargo no te desecha, al contrario, siempre está buscando la manera de que comprendas que hay cosas que sólo podrás superar cuando te acerques a Él, cuando realmente restaures esa relación personal que en otros tiempos te llevó a obtener muchas victorias, pero que ahora, por diferentes situaciones, has ido descuidando poco a poco.
El amor que Dios tiene por nosotros es tan grande que nunca lo lograremos comprender totalmente, porque nosotros, cuando nos fallan, lo primero que pensamos es alejarnos de esas personas y desecharlas de nuestra lista de personas confiables, pero Dios hace totalmente lo contrario; cuando tú le fallas, Él te busca y en vez de desecharte trata de restaurarte. Así es su amor.
¿Por qué sigues alejándote? ¿Por qué permites que la vergüenza de pecar te aleje de esa comunión que Dios quiere tener contigo? ¿Por qué dejas que el enemigo gane ventaja en tu vida? ¿Permitirás que el enemigo se ría en tu cara al ver como te alejas poco a poco de Dios, dirigido por esos pensamientos negativos que dispara a tu mente?
Es hora de comprender quiénes somos, a quién buscamos y quién nos ama. Dios quiere que estés cerca de Él, que la vergüenza, lejos de alejarte de Dios, te haga reconocer tu enorme de necesidad de Él, que el fallarle a Dios, en vez de hacerte renunciar, te motive a mejorar. Eso es lo que Dios quiere en ti: terminar la obra que comenzó.

“Dios empezó el buen trabajo en ustedes, y estoy seguro de que lo irá perfeccionando hasta el día en que Jesucristo vuelva.”

Filipenses 1:6 (Traducción en lenguaje actual)
Recuerda que tú eres una obra en proceso y que dicha obra no está terminada, pero cada día el Gran Alfarero moldea partes de nosotros que nos van haciendo conforme a su idea, conforme a sus planes, para que un día, ese día tan esperado, pueda terminar la obra en nosotros. Por lo tanto, no dejes que la vergüenza te aleje de que la obra de tu vida sea terminada.

¡No te rindas! ¡Dios quiere restaurar tu vida, pero necesita que te acerques a Él! 

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