martes, 30 de julio de 2013

Mentalidad De Niño - Crecimiento personal-espiritual - Vídeo

Cuando pensamos en niños de la edad en que comienzan a andar, si tenemos la bendición de haberlos experimentado nosotros mismos, llegaremos a la conclusión de que siempre están en movimiento, nunca quieren detenerse. Van por la vida siempre con más entusiasmo que un adulto puede imaginar, y nunca se cansan. Navegan sus primeros años generalmente sin problemas y con una sonrisa en sus rostros. Los niños parecen tener algo que los adultos perdimos en el camino.
Tienen la habilidad de perdonar rápidamente, de no preocuparse mucho y frustrarse por las cosas y de simplemente disfrutar las cosas sencillas de la vida, sin darlas por sentadas. Nunca guardan rencor y resentimientos contra otros y, si por alguna razón lo hacen, juegan e interactúan con ellos al día siguiente en el tiempo de juego.

 He tenido experiencias con mis dos hijas al entrar en su habitación mientras estaban en sus cunas. Saltaban y gritaban felices con grandes sonrisas en sus rostros. Y a menudo me preguntaba por qué sonreían y se sentían felices.
¿Sería su cumpleaños, Navidad, o estaríamos saliendo de vacaciones para Disney?  La respuesta a esas preguntas es "no". No era ni su cumpleaños, ni Navidad, ni estábamos yendo a Disney; simplemente estaban entusiasmadas por un nuevo día. ¡Se sentían felices al abrazar un nuevo día y no podían esperar para comenzarlo!  Entonces, y así, fue como comencé a pensar interiormente, ¿por qué no pueden los adultos comportarse de igual forma? ¿Dónde perdimos este entusiasmo por la vida? ¿Podremos recobrarlo y mantenerlo? 

Demasiadas veces, como adultos, olvidamos cómo vivir nuestra vidas felizmente y los días parecen escurrírsenos sin disfrutarlos.
Es triste decirlo, pero a veces la gente tiende a deprimirse sobre una variedad de cosas que están más allá de su control, como el clima, o algo que vivieron en su pasado, o incluso algo tan tonto como que alguien les haya hablado sobre algo junto a la fuente de agua. A veces la gente no vive un único día, sino muchos a la vez y no saben que no podrán recobrar esos días jamás. Continuamente sollozan, se enfurruñan e internamente tienen el propósito de llevar a otros a su misma idea. 

No estamos en esta tierra para sentirnos miserables, sino con propósito: para coger cada día según viene y sacar de él lo mejor. Para afrontar nuevos desafíos y crecer a consecuencia de ellos. Para regar nuestro ser de gozo y felicidad, no sea cosa de que otros se van afectados por ellos, por los desafíos, por nuestros problemas.
Nosotros y nuestras emociones, somos, y son, contagiosos para la gente que nos rodea, sean extraños o seres amados. Como niños en este planeta, necesitamos conquistar cada día. No estamos aquí eternamente, sino por un tiempo corto. Volvamos de nuevo a cuando éramos niños y vivamos sin la problemática melancolía que parece tragarnos a veces. Cuando nos levantemos por la mañana, no estemos malhumorados y tristes ya que es demasiado temprano. Saltemos de la cama y comencemos el día corriendo como niños. Hagamos de nuestro un día una clase de juego y cuando sea mañana, juguémoslo de nuevo, pero aún mejor.


La vida se nos viene encima muy rápido, y al hacerlo, necesitamos estar listos, antes de darnos cuenta nuestros hijos tendrán sus propios hijos y nuestro tiempo en esta tierra llegará a su fin. Debemos tener siempre la libertad mental de un niño y jugar cada día el juego de la vida. "Reflexionaré sobre mis "pérdidas" y no me preocuparé, sino que buscaré el conocimiento que necesito para que nunca pase de nuevo". ¡En verdad no quiero crecer!

Esta reflexión, de un adulto que se da cuenta de que hay mucho que aprender de nuestros niños, nos comparte algunos de sus valiosos descubrimientos. Lo interesante es que, aunque todos pasamos por la niñez, parece que al “madurar” y llenarnos de experiencias, permitimos a éstas robarnos mucho del entusiasmo de vivir intensamente cada día. Aunque, de vez en cuando, como en algún partido de pelota, algunos parecen regresar a una etapa infantil y saltar, gritar y celebrar como niños, pero tan pronto termina el partido, vuelven a la misma actitud de limitación ante la vida.
Resulta interesante que la Biblia nos llama a acercarnos a Dios como niños, esperando lo mejor de nuestro Padre Celestial y estando seguros de que lo que necesitamos lo habremos de recibir en el tiempo preciso. ¿No creen que vale la pena que redescubramos la vitalidad y el entusiasmo por la vida de nuestros niños? Vamos, vamos, en algún momento los tuvimos,…y en Cristo no sólo podemos recobrarlos, sino dirigirlos hacia los propósitos de Dios para nuestras vidas. Hagamos planes para congregarnos este fin de semana y recibir del Señor la guía necesaria para vivir vidas gozosas y plenas… ¡un día a la vez! Adelante y que el Señor les bendiga.

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