domingo, 28 de julio de 2013

Tres actitudes que nos llevarán a alargar el tiempo de respuesta - Devocionales, reflexión

No hay duda de que Dios tiene escrito un plan perfecto para nuestra vida, pero, ¿hasta dónde podemos interferir para que esos planes no se lleven a cabo en el tiempo y circunstancias estipuladas?
Hay algo que la mayoría de nosotros padecemos y es que nos es muy difícil esperar, somos muy desesperados; tal parece que la palabra “ESPERAR” significa toda una eternidad y es allí cuando la desesperación nos impulsa a tomar decisiones consecuentes, más de la falta de capacidad de esperar, que por ser acertadas.
Hay, por lo menos tres cosas, que harán que los planes que Dios tiene para nosotros tarden más de lo estipulado para que lleguen a concretarse:
Primero: Querer darle una ayudadita a Dios. El mejor ejemplo de esto se encuentra en la historia de Abraham y Sara. Dios le había hecho la promesa a Abraham de que su descendencia seria como la arena del mar y las estrellas de los cielos: incontables. Sin embargo, ellos tenían en contra varias situaciones: una de ellas la edad de Sara, que ya no era propicia para quedar embarazada, y es más, cuenta la Biblia que Sara ya había cesado en su período, o sea, que físicamente ya no era apta para quedar embarazada; si a esto le sumamos que en su etapa de “fertilidad” tampoco pudo quedar embarazada debido a su incipiente infertilidad, podemos concluir que era imposible que la promesa de Dios pudiera cumplirse en términos humanos y físicos. 
Por ello Sara tuvo la “brillante idea” de darle una ayudadita a Dios, propuso a su esposo acostarse con su criada Agar y dejarla embarazada: “Abram hacía ya diez años que vivía en Canaán, y su esposa Sarai aún no había podido tener hijos. Pero como ella tenía una esclava egipcia que se llamaba Agar, le propuso a su esposo: Abram, como Dios no me deja tener hijos, acuéstate con mi esclava y ten relaciones sexuales con ella. Según nuestras costumbres, cuando ella tenga un hijo ese niño será mío, porque ella es mi esclava. Abram estuvo de acuerdo. Entonces Sarai tomó a su esclava y se la entregó a su esposo. Abram se acostó con Agar, y ella quedó embarazada. Cuando Agar se dio cuenta de que iba a tener un hijo, comenzó a despreciar a Sarai. Entonces Sarai le reclamó a Abram: —Tú tienes la culpa de que Agar me trate con desprecio. Recuerda que fui yo quien te la entregó. Ahora resulta que como está embarazada, se siente superior a mí. Por eso Dios habrá de castigarte.” Génesis 16:1-5 (Traducción en lenguaje actual). 
Querer “ayudar” a Dios a que se cumplan sus promesas es una equivocación, puede llevarnos a actuar erróneamente y a no medir las consecuencias negativas que nos pueden acarrear nuestras malas decisiones. Muchas veces creemos que las promesas de Dios se cumplirán, si decidimos llevar a cabo ciertas decisiones orientadas según nuestro criterio, pero la verdad es que Dios no necesita que nosotros busquemos la forma de hacerlas, sino más bien nuestra tarea es creer y la de Dios es actuar. Dios es quien sabe mejor qué medios utilizar para cumplir sus promesas y cuando quiera que tú actúes hablará a tu vida directamente y pondrá en tu corazón lo que tienes que hacer; mientras Dios no te hable no tienes por qué tratar de ayudarle.

Segundo: La falta de fe. Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto hacia la tierra que Dios les había prometido, antes de poseerla enviaron a doce espías para que supervisaran lo que allí había. Después de que supervisaron muy bien la tierra, la Biblia dice:“Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días.” Números 13:25 (Reina-Valera 1960). De esto se deduce que la tierra prometida estaba muy cerca, a pocos días de camino, y a pesar de que Dios les había dado Su palabra de que les daría esa tierra, dudaron a consecuencia del informe de diez espías, quienes tuvieron miedo de ser destruidos en esa tierra. A pesar de que dos del pueblo, Josué y Caleb, confiaban en que Dios les daría la victoria, todo el pueblo prefirió hacer caso al informe de los otros diez, abonando así a su falta de fe. Esta falta de fe provocó que los israelitas vagaran cuarenta años en el desierto, antes de poseer la tierra prometida que se encontraba en un principio a pocos días de camino.

Tercero: Desesperarse. Saúl, primer rey de Israel, iba a librar una lucha contra los filisteos,. Antes de ir a la batalla, Samuel el profeta le había dicho lo siguiente: “Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer.” 1 Samuel 10:8 (Reina-Valera 1960). Lamentablemente, la presión del pueblo y la misma desesperación de Saúl al cumplirse los siete días de espera, le llevaron a tomar una decisión que le traería una dura consecuencia: “Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó”. La desesperación de Saúl provoco la declaración de la pérdida de su reinado. El desesperarnos en lugar de esperar, nos puede llevar al fracaso.
Puede que haya muchas más situaciones, evitables por su parte, o hacer que los planes de Dios no se cumplan en el tiempo que estaba establecido. Depende de cada uno de nosotros saber reconocer que Dios no necesita ayudas, que Él es Todopoderoso para actuar; también debemos mantener nuestra fe en Él y no dudar, porque si Él es quien lo ha prometido, entonces cumplirá, nuestra fe en Él nos llevará a conquistar la tierra prometida, además, el esperar nos hará mejores siervos, pues tiene mucho que ver con la obediencia; mientras más obedientes somos, más propensos estamos a recibir lo prometido.
Hoy quiero invitarte a confiar plenamente en Dios, a no dudar en nada, a no querer tomar caminos cortos para llegar más rápido, sino a saber esperar los tiempos de Dios, por mucho que te presionen o por mucho que te sientas desesperado al no ver la respuesta que quieres ver; no tomes decisiones precipitadas, Dios es quien conoce lo mejor para ti y sabe en qué momento y en qué circunstancias actuará, tu única tarea es creer y esperar en Él.

¡DIOS CUMPLIRÁ, NO TRATES DE AYUDAR A DIOS, SOLAMENTE MANTÉN TU FE FIRME Y NO TE DESESPERES!

“Yo, por mi parte, siempre confiaré en ti y te alabaré más todavía.”

Salmos 71:14 (Traducción en lenguaje actual)

“En cuanto a mí, busco la ayuda del Señor. Espero confiadamente que Dios me salve, y con seguridad mi Dios me oirá.”

Miqueas 7:7 (Nueva Traducción Viviente)

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