domingo, 28 de julio de 2013

Etapas - Ánimo en mensaje - Vídeo

etapas
Cuando era pequeña de edad siempre imaginaba mi futuro como en una película de Hollywood. Creía que estudiaría en la Universidad una carrera muy difícil, que rápidamente tendría un trabajo que me generaría altos ingresos, que tendría un marido, hijos, una casa y posiblemente un perro. 
Cuando era niña estaba segura que el futuro que me esperaba era extraordinariamente prometedor, pero sobretodo, instantáneo. No pensaba en que conseguir todo lo que entonces deseaba requeriría mucho esfuerzo, sacrificio, pero también muchísimo tiempo. Siempre fantaseaba sobre mi futuro, hasta me imaginaba vestida con la ropa de ir a trabajar y los tacones que usaría. Siempre pensaba que lo que iba a venir era mucho mejor que lo que ya estaba viviendo.

Con el paso de los años, y al ir adquiriendo un juicio adecuado a la realidad, me di cuenta que el crecer no era tan sencillo; sin embargo, siendo niña quería ser mayor para “tener mi familia y mis cosas”, razonamiento típico que se instala aún con más fuerza en la adolescencia.

Mientras fui estudiante universitaria siempre soñaba con el día en que podría trabajar en lo que me apasionaba, en que podría viajar por el mundo, vestirme con la ropa que soñaba y comenzar a formar una familia. Siempre mirando en prospectiva. Al salir de la universidad y enfrentarme al mundo laboral, sufrí la segunda “muerte” del “mundo justo” y me di cuenta de que la “realidad”, fuera de las cuatro paredes de una facultad, era muy distinta y que por mucho que amara la profesión, habría momentos en que querría salir corriendo.

Con lo que digo no quiero más que evidenciar, que como humanos que somos, aunque no planifiquemos detalladamente cada instante futuro de nuestra vida, en el presente siempre estamos pensando que la etapa que vendrá será totalmente mejor que la anterior o que no se parecerá en nada a ella. La verdad es que sí y no. En cada una de las etapas que hemos vivido, que vivimos y que viviremos, encontraremos pros y contras, por eso es bueno no saltárselas y vivir cada una de ellas completamente, hasta que resolvamos las tareas del desarrollo que le están asociadas. Cada etapa tiene su valor, su gracia y su disfrute. Cuando se es niño, cuando se es adolescente, de adulto, de soltero, de casado, cuando se es inmigrante, cuando se es profesional, cuando se es estudiante, etc. Y esto lo dijo muy bien Jesús al señalar en el libro de Eclesiastés 3, verso uno:” Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.

Todo, absolutamente todo tiene su momento, y así como tiene su momento tiene su valor, su disfrute y sus beneficios. Es muy normal que me pase, que aún sabiendo esta tremenda verdad, a veces piense que la etapa que viene o que yo espero que venga será totalmente distinta y “mágicamente” perfecta, y cuando no es así me decepciono y quiero volver a la anterior o dar un salto y pasar a la siguiente. Y ahí es cuando el Espíritu Santo ordena mi cabeza y hace que aterrice y vuelva a negociar mis expectativas, no porque lo que viene no vaya a ser bueno, sino porque seguro que traerá alegrías y también desafíos, que deberé afrontar con la misma disposición y vigor anteriores.

Cada etapa es necesaria para formar lo que vamos siendo, y cada etapa representa un escalón más hacia aquél sueño de la infancia que podemos anidar en nuestros recuerdos.

Jesús disfrutó cada una de las etapas que le tocó vivir. Cuando era niño lo disfrutó, no comenzó a pensar en que debía salvar a la humanidad en 20 o 25 años más; disfrutó siendo hombre, siendo niño, siendo adolescente y siendo joven. Cada etapa y cada tiempo lo utilizó a su favor sabiendo que tenía poco plazo para estar en la tierra; aún así decidió vivir en plenitud todos sus momentos y eso es algo que le ha trasformado, incluso en un “personaje” reconocido para aquellos que no validan su deidad.

Sea cual sea la etapa que estés viviendo, disfruta cada instante y no anheles que llegue rápidamente el futuro. Espera pacientemente y llegará en el momento que Dios determine que estás preparado para que así sea, ni un minuto antes, ni un minuto después. Aunque se demore lo que esperas, llegará, sólo disfruta en el lugar y posición en la que estás HOY.


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