Santiago 4:3 “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. Alguna vez te has preguntado ¿por qué Dios no me da todo lo que le pido? La respuesta es muy sencilla y sin rodeos: porque sería un mal Padre si te diera todo lo que le pides.
Algunos creemos que ser un buen padre es aquel que da a sus hijos todo lo que piden, y lamentablemente, de lo que no nos damos cuenta, es que estamos dañándoles y acostumbrándoles a recibir las cosas tan fácilmente como lo piden.
Un excelente padre no es aquel que le da a su hijo todo lo que pide, sino que es el que le da a su hijo LO QUE NECESITA.
Hace más de once años, cuando comencé en el evangelio con tan solo dieciséis años, escuché que si le pedía cualquier cosa a Dios Él me la daría, y por esa razón comencé por pedirle un coche último modelo, oré mucho, ayuné, pero no vi respuesta alguna. Por un momento dudé del poder de Dios para responder a lo que le pedía, pero realmente estaba pidiendo algo que no necesitaba y que Dios, como excelente Padre, no me daría.
Nuestro capricho nos puede llevar muchas veces a malinterpretar la voluntad de Dios cuando no nos da lo que le pedimos. Pero debemos entender que Dios no tiene obligación alguna de darnos todo lo que pedimos, sino que Él examina nuestras peticiones, evalúa nuestras necesidades, hace sus previsiones y el resultado de todo eso es la respuesta que da, sea positiva o negativa, o diferente a lo que nosotros creemos.
Muchas veces caemos en el error de pensar que Dios es el genio de una lámpara mágica, y que sólo se necesita pedir un deseo para que este sea cumplido; y la verdad es que Dios no es ningún genio de lámpara, ni mucho menos cumplirá cualquier capricho nuestro. Él tiene unos requisitos que tu petición tiene que cumplir para que sea aceptada y una de ellas, y la más importante es: QUE TIENE QUE SER SEGÚN SU VOLUNTAD Y NO LA NUESTRA.
Quizá a estas alturas tú digas: “¿Pero por qué, si yo le pedí algo que sé que es su voluntad?, ¿por qué no me lo ha dado aun?” La pregunta es muy válida, pero también debemos recordar que Dios no piensa como nosotros pensamos, que Él no evalúa como nosotros evaluamos, que nuestra mente finita jamás alcanzar a comprender por completo las formas de actuar de Dios y por lo tanto, no podemos encuadrarle en el “¿por qué?”
Pero de lo que sí debemos estar seguros y no dudar ni un momento, es que su voluntad es PERFECTA, que Él no se equivoca y que jamás nos hará quedar mal. Pero eso sólo se logra no midiendo a Dios desde una perspectiva humana, sino activando lo que la Biblia llama FE: la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.
Quizá hasta hoy mismo no has recibido lo que tanto has pedido a Dios, y en algún momento has dudado de poderlo recibir o puede que hasta hayas murmurado acerca del por qué no has recibido respuesta, pero en este momento tienes que comprender que Dios tiene todo bajo control, que aunque tu mente se rehúse a creer, tu espíritu tiene que estar confiado en el Señor; y si la respuesta no es como tú la pintabas o como la anhelabas, no te preocupes, que Dios sabe muy bien lo que hace.
Lo que ahora te parece incomprensible, dentro de un tiempo va a ser tan claro que jamás volverás a dudar de la Perfecta Voluntad de Dios. Porque Dios es un excelente Padre y por esa razón muchas veces no te puede dar todo lo que le pides, no porque no tenga el poder para dártelo, sino porque tienes que aprender a saber esperar, a ganarte ciertas cosas y sobre todo a confiar en su respuesta, sea cuando sea.
Muchos de nosotros estamos matriculados en la escuela del esperar una respuesta a nuestra petición, pero cuando nos graduemos obtendremos, una respuesta tan PERFECTA como nunca pasó por nuestra mente que sería.
Dios no te da todo lo que le pides porque es un Padre Perfecto, por lo tanto sus respuestas siempre serán Perfectas.
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