Quizás la tribulación emocional, sentimental, laboral, económica, matrimonial o familiar haya venido a tu vida y parece que el mundo se te venga encima.
Hace un tiempo, mi esposa y yo estábamos tratando de enseñar a nuestro hijo recién nacido para que se quedara en su cunita durmiendo, y recuerdo que al principio estaba tranquilo, pero con el paso de las horas, por la noche empezó a llorar y llorar a gritos. El caso es que nosotros debíamos dejarlo allí para que él se fuera acostumbrando a su cunita; cuando vi esta escena de nuestro hijo, me acerqué a donde estaba y empecé a acariciarle entre las rejillas de su cuna mientras lloraba.
Podía palpar en mi interior a Dios, diciéndome que aunque a veces parezca que estemos solos y que nuestro padre no corre a socorrernos, debemos estar tranquilos ya que Él está a nuestro lado, está más, mucho más cerca que nunca. Aunque mi hijo no podía verme, estaba allí, al lado de él.
La desesperación como padre, cuando se ve a un hijo sufriendo, es indescriptible, y por ello cabe decir que nuestro Padre no es insensible, sino que más bien "palpa" aquello que nosotros estamos viviendo.
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmos 46:1
Tiempo atrás leí cómo en un país de cierto estatus sucedía una catástrofe que sacudió la nación entera. Sin embargo, después de ello, la gente en vez de correr a Dios, en vez de buscar a Dios, en vez de reconocer que necesitaban del socorro divino, siguieron envueltos en sus creencias, idolatrías,... y todo, menos volver su corazón a Jesús.
Quizás la tribulación emocional, sentimental, laboral, económica, matrimonial, familiar haya venido a tu vida y parece que el mundo se te viniera encima, porque perdiste aquello que tanto estimabas, aquello valioso, porque simplemente crees que de ésta no te vas a levantar, o porque simplemente ves el camino cuesta arriba; pero hay un lugar en donde te puedes refugiar en medio de tus tribulaciones, hay un lugar a donde puedes correr y no te van a cerrar la puerta, hay un lugar que está dispuesto a darte auxilio, y ese lugar son los brazos de Dios; quizá buscaste amparo y fortaleza en tu vecino, en tu pariente, en tu amigo, en tu hermano de iglesia, pero lamentablemente nadie te ha podido socorrer.
Hermano(a) en la fe, en buena hora llegaste a leer este mensaje, ya que si Dios te permite leerlo es porque Él ya estaba cuadrando la hora y el día desde mucho antes para que este tiempo se diera, y pudieras convencerte de que hay reposo, tranquilidad, ayuda, comprensión y paz en las Manos de Dios en medio de tus tribulaciones; muchas personas a causa de su tribulación, viven encerrados en ella de modo que no pueden levantar su cabeza y mucho menos hacer memoria de que la mano de Dios es poderosa para socorrerles.
Quizás fuiste sacudido por experiencias en estos últimos días que te han llevado a decaerte, desalentarte y hasta creer que todo está perdido, pero es tiempo de que puedas correr a los brazos de Dios, ya que en Él y sólo en Él podrás entender que en medio de tus tribulaciones no estás solo(a), sino que Dios, el Padre de padres, está a tu lado. Si hasta este momento habías afrontado la tribulación solo, qué tal si oramos e imploramos así el favor divino.
Padre Nuestro que estás en los cielos, en este momento me rindo a ti y clamo a ti porque Tú eres mi amparo, fortaleza y mi pronto auxilio en la tribulación; gracias te doy porque me recibes y camino confiado en que extiendes tu Mano para socorrerme y auxiliarme cuando más lo necesito, en el Nombre Poderoso de Jesús, Amén.
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