lunes, 15 de julio de 2013

Decide con la cabeza, no con el corazón - Devocional

Hay muchos jóvenes solteros que basan sus decisiones en lo que les dicta “el corazón”, en referencia al hecho de dejarse llevar por lo que los sentimientos le impulsan a hacer, pero ese termino de: “decide con el corazón”, puede, hasta cierto punto, llevarnos a cometer graves errores y muy dolorosos.
Hay momentos en donde no tienes que decidir con el corazón, sino con tu cabeza, es decir, pensar muy bien en lo que estás a punto de decidir, pensar en las consecuencias de eso o en los resultados que quieres ver; porque muchas veces, simplemente sabemos que tenemos que hacer lo contrario a lo que el corazón (sentimientos) nos está impulsando a hacer.
Este escrito va dirigido a todos aquellos, solteros y solteras, que en un momento determinado han tenido la valentía de decidir con la cabeza y no con el corazón.

Cuidado con lo que “el corazón” te dicta hacer.

Durante años he sido testigo de muchos casos de relaciones de noviazgo, en los que uno de los dos ha decido con el corazón y se ha llevado grandes decepciones. Yo mismo, en algún momento de mi vida, decidí con mi corazón, es decir, en base a mis sentimientos y me encontré con duros golpes, que me hicieron entender que hay momentos en los que no debo decidir con el corazón, sino con la cabeza.
El término "decidir con el corazón, se refiere a decidir en base a los sentimientos, pero la realidad es que nuestros sentimientos son siempre muy inestables, hoy estoy feliz y mañana quizá esté triste, hoy mi estado de ánimo es muy bueno y puede que la próxima semana sea muy malo, hoy siento que esa persona es la mujer de mi vida y tal vez el próximo mes sienta que no lo es; no podemos vivir pensando que lo que sentimos es realmente lo que queremos.
¿Cuántas veces sentiste que amabas a alguien y que querías casarte con esa persona? Ahora, muchos meses o años después de haber terminado esa relación, ¿es realmente lo que querías? Puede que hoy nos demos cuenta que lo que en ese momento sentimos ahora ya no lo sentimos, y ni mucho menos lo desearíamos haber querido concretar. Y es que nuestros sentimientos son engañosos y por esa razón no debemos decidir en base a lo que sentimos. La Biblia dice: “El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?” Jeremías 17:9 (Nueva Traducción Viviente). No todo lo que sientes en tu corazón (sentimientos) es lo que realmente debes hacer o sentir.
El amor es complicado cuando nos dejamos llevar solamente por los sentimientos y no por la razón, cuando la emoción le gana a la razón nos podemos llevar una gran decepción.

Relaciones dañinas

Hay relaciones amorosas que en vez de ser de bendición se vuelven dañinas y todo porque sencillamente nos “dejamos llevar por lo que nuestro corazón siente” y no por lo que nuestra cabeza sabe que tiene que hacer.
Hay parejas de novios que se pasan todo el tiempo peleando, no hay una sola semana sin que no exista una pelea, una discusión o alguna palabra, que de una u otra forma daña a uno de los dos, se dejan por un tiempo y luego vuelven, para volver a repetir el mismo círculo de peleas, enojos, reconciliaciones, etc, sin darse cuenta de que cada pelea lo único que hace es desgastar la relación. Llega un momento en el que esa relación ya no se puede llamar noviazgo, porque ninguno de los dos disfruta de la compañía del otro; dicen amarse, dicen quererse, pero sus acciones, palabras, actitudes y demás dicen totalmente lo contrario. En esos casos, en los cuales ya no hay remedio, en los que por más que lo intenten siempre llegan a lo mismo, lo más recomendable es terminar esa relación, porque de todas formas, tarde o temprano, terminarán más dañados de lo que pueden terminar al darse cuenta que esa relación ya no puede continuar.
Alguien podría decir: “En lugar de animar a que se arreglen las cosas en esas relaciones, usted está recomendando que terminen”. Pues ahora te recomiendo esto: Durante muchos años he sido testigo de los mismos casos, repetidos en cientos de parejas de noviazgo, tal pareciera que todo se repite igual, pareciera una copia de cada caso, parejas que comienzan bien, luego por diferentes motivos pelean todo el tiempo, se dicen cosas horribles, lloran desconsolados, se dejan un tiempo, vuelven a hablar y a decidir arreglar las cosas, durante un tiempo corto todo funciona, hasta que nuevamente vuelve a repetirse todo, se dañan más de lo que se habían dañado antes, para terminar de todas formas esa relación. Y es que una relación de noviazgo en la que el 80% del tiempo sean peleas difícilmente llegara a un buen fin, ¿O acaso quieres seguir las peleas y maltratos verbales en el matrimonio? ¡De ninguna forma!; es entonces cuando se tiene que aplicar el titulo de este artículo, porque hay momentos en donde debes de dejar de decidir con el corazón, para decidir con la cabeza.

Hay chicas y chicos, convencidos de que esa relación que llevan con determinada persona NO TERMINARÁ BIEN o que simplemente no es la persona que quieren para casarse. Sin embargo, sus sentimientos, el hecho de no sentirse solos o sentirse queridos por alguien, les lleva a seguir en una relación dañina que lo único que hace es lastimar su corazón y muchas veces, destruir sus sueños de encontrar a una persona que realmente les ame.
Hay quienes no entenderán este artículo hasta que pasen por muchas de estas cosas; por otra parte habrá muchos que se identificarán fácilmente porque ya lo pasaron o están pasando por allí.
Hay quienes han terminado una relación de noviazgo bonita al principio, pero que la mayoría del tiempo solamente les causó daño. Pasan un buen tiempo tratando de reponerse de esa ruptura, pero en un momento de debilidad se dejan llevar por “su corazón”, es decir, por sus sentimientos; y al estar acostumbrados a una rutina con aquella persona que creían amar, caen convencidos de que las cosas pueden ser diferentes, lo intentan nuevamente con esa misma persona, para luego darse cuenta, que por más que lo intenten, esa relación no era la indicada, algo que sabían desde hace mucho, pero decididos por sus sentimientos no querían comprender, y es allí en donde deben pensar y decidir con la cabeza, con la razón y no con el corazón.

Para los que quieren iniciar una relación de noviazgo.

Hay muchos que quizá no estén en este momento en una relación de noviazgo y posiblemente estén a punto de entablar una o la entablarán en un futuro próximo. Para ellos en especial: NO DECIDAN CON EL CORAZÓN, SINO CON LA CABEZA. No se dejen llevar por los sentimientos nada más.
Puede que haya una persona que te guste físicamente y te sientas muy atraído hacia esa persona, que cada vez que la ves se te revuelven los sentimientos, que sientas cosas en tu estomago, te pones nervioso/a, etc. Pero pensándolo bien y con tu cabeza, sabes que esa persona no ama a Dios y no quiere nada con Dios, o hay cosas que sabes bien que no te convienen de esa persona; es allí en donde debes decidir con la razón, con tu cabeza y no con la emoción.
Puede que alguien que realmente no te gusta se te haya declarado y tengas que darle una respuesta. Quizá estás pensando en decirle que sí porque no quieres dañarle, tus sentimientos te dicen que seas compasivo y que lo intentes, pero tú muy bien sabes que no es lo que esperas, tu corazón te dice que sí, pero tu cabeza te dice que no; pues es allí en donde debes decidir con tu mente y no con tu corazón, porque si esa persona no es lo que tú desearías y aparte no te gusta, ¿para qué vas a intentar algo que seguramente será fallido?, lo que terminarás haciendo es dañar a esa persona que a lo mejor sí siente cosas muy lindas por ti.

Consejo final:

Podrías escribir muchas páginas de ejemplos o historias de la vida real, pero más allá de todo eso, quiero animarte a tomar decisiones con la cabeza y no con el corazón; pídele a Dios que te guíe en cada decisión, no te dejes llevar por la emoción del momento, porque las emociones son cambiantes, pero lo que Dios te diga o de la forma que Él te dirija, siempre será la correcta.
No escuches la voz de tus sentimientos, escucha la voz de Dios que te envía a tu cabeza exactamente lo que tienes que hacer. Si es una decisión, que posiblemente vaya en contra de los sentimientos que en este momento te embargan, entonces sé muy valiente y toma las decisiones que tengas que tomar, porque esas decisiones que vienen de parte de Dios siempre serán las acertadas.
A veces creemos tener siempre las decisiones acertadas, pero muchas veces nuestras decisiones están siendo motivadas por nuestros sentimientos, y aquellas decisiones que solamente sean producto de nuestros sentimientos y que vayan en contra de lo que Dios nos ha dicho, siempre traerán resultados dolorosos. Por esta razón es mejor obedecer a Dios y tomar las decisiones que Él nos impulsa a tomar, y no solamente dejarnos llevar por lo que nosotros queremos, influenciados nada más por lo que en este momento sentimos.
Si tú sabes muy bien que la relación que estás manteniendo no te está trayendo nada bueno, ya sabes lo que tienes que hacer, no le des más vueltas al asunto, no pospongas lo que más tarde será más doloroso o esa decisión que luego lamentarás no haber tomado antes.
La mayoría de nosotros relacionamos el corazón con los sentimientos, pero la Biblia cuando habla del corazón no sólo habla de sentimientos sino de pensamientos, pensamientos que obviamente provienen de nuestra mente. Hay un versículo muy conocido que dice:“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” Proverbios 4:23 (Reina-Valera 1960). Este mismo versículo en otra traducción dice de la siguiente manera: “Y sobre todas las cosas, cuida tu mente, porque ella es la fuente de la vida.” Proverbios 4:23 (Traducción en lenguaje actual). Es bonita esta versión, porque no encajona al corazón con los sentimientos, sino que lo traduce como “mente”, es decir, que lo que decidamos con nuestra mente será lo que nos dará una mejor vida.
Rinde tu ser a Dios, para dejar que Él guíe tu vida como considere que es mejor. Deja todas tus decisiones en sus manos, pero al mismo tiempo sé valiente obedeciendo las instrucciones que te dé, no te dejes seducir por tus sentimientos, deja que Dios ilumine tu mente y te guíe hacia el camino que debes seguir y camina por él.

¡Piensa para decidir y no decidas sólo por lo que sientes!

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