Ella lo dio todo de corazón a los ensayos semanales… pero parecía que lo suyo era un caso perdido. Podía ver cómo los demás miembros del coro se le quedaban mirando cada vez que desentonaba en los ensayos… lo cual, desgraciadamente, era bastante frecuente. El director del coro, queriendo apoyarla, parecía ignorar sus errores y más bien la animaba a seguir practicando.
Finalmente, tras dos meses de extrema frustración, Mercedes llegó a su casa desanimada. Se arrodilló junto a su cama y le dijo a Dios que no podía seguir con la farsa. Ella no poseía el don del canto y lo que hacía era estorbar el avance del coro de la iglesia… lo cual obviamente no podía ser del agrado del Señor.
Sumida, como estaba, en su profundo dolor y frustración, escuchó la voz del Señor que le contestaba diciendo: “¿Coro? ¿Qué coro? Yo sólo te escucho a ti”.
Seguro que no a todos se nos han concedido todos los dones… parece que a Dios le encanta distribuirlos de manera que haya diversidad y variedad en medio de Su pueblo.
Hace años, mientras pastoreaba, el Señor me llevó a dejar a un lado mis limitaciones y complejos musicales y atreverme a dirigir a la congregación en la alabanza y la adoración. Sin infravalorar el talento que Él mismo ha colocado en otros, me di cuenta de que ese apartamiento puede “embellecer” nuestra entrega, pero lo que la hace de verdad efectiva es un corazón rendido y humillado. Lo mismo vale para todos los demás dones y talentos que el Salvador haya derramado sobre nosotros. Rindámoslos a Él y pongámoslos a Su servicio… y aunque a veces no parezca que llegaremos a la altura de otros, en realidad no importará en lo que respecta a Aquél a quien se los rendimos. Entonces, ¿por qué no aprovechar este fin de semana para reunirnos con otros muchos creyentes y levantar nuestras voces, aunque sean desorejadas y desafinadas, y adorar a Quien merece toda alabanza?
Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico al Señor, y dijeron: Cantaré yo a Dios, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete. Exodo 15:1
¡Oigan, reyes! ¡Escuchen, gobernantes! Yo cantaré, cantaré al Señor; tocaré música al Señor, el Dios de Israel. Jueces 5:3
No hay comentarios:
Publicar un comentario