Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera. 2 Corintios 12:7
Un David que fue conforme al corazón de Dios, pero que también era un pecador.
Un Abraham, al que Dios le prometió descendencia y aun así, buscó por sus medios tenerla.
Pablo que decía tener un aguijón.
Tomás que le costó creer que Jesús había resucitado.
Un Moisés que mató a un egipcio.
Muchos hombres de Dios, que Dios usó para Su Gloria, y la Biblia no dice que nunca pecaron.
Porque cuando creemos que estamos bien, aunque haya algo que nos haga falta, Dios dice que nos ha de bastar Su Gracia, porque su poder se perfecciona en la debilidad.
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
2 Corintios 12:9
Porque si no pecáramos, no necesitaríamos a Dios porque nos creeríamos perfectos, pero estamos muy lejos de serlo; Dios usó estos hombres, imperfectos, y lo hizo porque les amaba y tenía grandes propósitos con ellos.
Pero a veces queremos retroceder por un simple error que cometemos; imaginemos que si Moisés, después de matar a un egipcio, le hubiera dicho que no a Dios para liberar al pueblo, cualquiera podría haber dicho que no era digno, pero Dios tomó lo vil del mundo para avergonzar a los sabios del mundo, dice su palabra.
Recordemos que no es por lo perfecto que aparentemos ser, que Dios derrama de su misericordia y nos ama y nos usa; no, es por su Gracia, porque sin merecerlo, nos llama santos; porque la sangre de Jesús nos cubre las tinieblas que teníamos, y cada dia debemos crecer en gracia y sabiduría con la ayuda de Dios, y proseguir a la meta como decía Pablo, porque hasta su venida seremos transformados.
Por el momento debemos seguir aprendiendo y creciendo, y dejándonos formar por Dios, nuestro carácter, nuestra vida, ministerio, ¡TODO! Porque todo es de ÉL.
Recuerda que es por su Gracia y su perdón que podemos ser llamados instrumentos de Él.
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